"Mi abuela Lea alguna vez me contó una historia sobre la mujer que vivía al lado suyo en Tel Aviv, que fue capturada por los nazis en Bélgica y tuvo que tomar una decisión impensable para salvarse. Nunca la olvidé y ahora me complace compartirla con ustedes en este documental de opinión.
Desde que era adolescente estaba familiarizado con muchas historias
del Holocausto. Mi abuelo sobrevivió los horrores de los campos y sus
historias son parte de la narrativa que comparte toda mi familia.
Pero la historia de esta mujer se sentía como algo distinto. Su dolor
y su horror estaban entrelazados con el amor, la pérdida, la culpa y la
redención, y el epílogo era extraordinario. Muchos años después, cuando
me volví documentalista fílmico, decidí averiguar si esta mujer seguía
viva.
Lo estaba. Klara tenía 92 años y aún vivía en el mismo departamento
en Tel Aviv. Tomé un vuelo para verla la siguiente semana y le pedí que
me contara la historia que me había relatado mi abuela, en sus propias
palabras.
Nos sentamos en su sala, la cámara comenzó a grabar y comenzó. Era
astuta, graciosa y generosa y, aunque estaba viendo hacia la oscuridad
para recordar tiempos difíciles, nunca calló. Cuando terminó parecía
estar vaciada; por primera vez se veía tan anciana como su edad sugería.
Me conmovió, incluso me transformó, pero le dije que sentía haberla
hecho revivir esas memorias y sentimientos. No sé por qué me perdonó,
pero dijo que estaba feliz de que la había ido a ver.
Durante toda mi vida, el Holocausto ha sido uno de los temas que más
han definido a Occidente. Casi tres generaciones después, la mente
todavía batalla para encontrarle un sentido a lo que sucedió. Pero hay
un mandamiento, un atisbo de respuesta lógica, que todos los que
sobrevivieron parecen compartir: nunca hay que olvidar. (...)" (
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