5/1/11

La compañera de Ana Frank


Nanette Blitz Konig, amiga de Ana Frnak, sostiene un retrato de juventud

"Nanette Blitz Konig –Nannie, como la llamaban entonces–, una de sus compañeras de clase. Esta foto se encuentra en su casa de São Paulo (Brasil), donde reside desde los años cincuenta. Nanette lo archiva todo cuidadosamente: retratos, documentos, el número de identificación que los nazis le asignaron e incluso la carta que Otto, el padre de Ana Frank, le envió antes de visitarla en el sanatorio donde se recuperaba tras la guerra.

"Ni Ana ni yo tuvimos adolescencia, pasamos de niñas a adultas; de estar juntas en clase, a ser deportadas en un campo de concentración. Sobrevivimos como el resto, en pésimas condiciones de vida". (...)

Su padre, gerente en el Banco de Ámsterdam; su madre, nacida en Kimberly (Sudáfrica), y su hermano, todos ellos fueron deportados a campos de concentración. Jamás regresaron. (...)

En mayo de 1940, las tropas alemanas ocuparon Holanda, que cinco días más tarde capituló. El antisemitismo latente se transformó en una implacable persecución. En Holanda, antes de la guerra había unos 140.000 judíos. De ellos, unos 100.000 fueron deportados y regresaron poco más de 5.000. Nanette explica:

"Las personas denunciaban por dinero; hoy nadie quiere acordarse. Solo una minoría de holandeses ayudó a los judíos. La resistencia representaba el 1% de la población. Tuvieron mucho coraje porque algunos serían deportados o fusilados".

Los profesores y trabajadores públicos judíos fueron obligados a dimitir a finales de 1940, como hizo el padre de Nanette. El objetivo era destruir la colonia holandesa judía, que a partir de marzo de 1941 fue obligada a registrarse. Prohibieron las bicicletas, el transporte público, la asistencia a los cines, parques y otros espacios compartidos.

La población debía permanecer en casa entre las ocho de la noche y las seis de la mañana, y finalmente los judíos fueron obligados a depositar sus bienes en un banco confiscado. Debían identificarse públicamente con una estrella amarilla de tela con la palabra judío en el centro, la misma que Nanette aún guarda en su casa de São Paulo.

a los directores de escuela les obligaron a declarar el número de estudiantes judíos, lo que conllevó la creación de 25 escuelas solo para ellos. En una de ellas coincidieron Ana y Nanette. Compartieron clase entre octubre de 1941 y julio de 1942, cuando la familia Frank desapareció para esconderse. Menos de un año fue tiempo suficiente para entablar una relación de colegas. "Entré con 12 años y salí a los 14. Ana y yo veníamos de barrios distintos.

No éramos íntimas, cada una tenía su grupo. Ella era muy viva, extravertida, le gustaba ser vista, hablar con los chicos. Y su pelo… puedo imaginar el trauma que debió de suponer verse en el campo de concentración sin aquel cabello tan preciado, con aquel aspecto tan debilitado…". (...)

"No se hablaba de religión y el deporte estaba prohibido. Teníamos el máximo cuidado para no hablar de nada, ni siquiera de lo que acontecía en casa: nunca sabíamos quién estaba de qué lado".

para evitar la deportación inminente de la hermana de Ana Frank, Margot, en julio de 1942, Otto, el patriarca, decidió acelerar algo que había gestado con ayuda de algunos empleados: su huida. La familia pasaría dos años escondida en la parte trasera de una empresa colindante a los canales de Ámsterdam.

Un chivatazo de un informador no identificado guió a la policía de seguridad hasta allí. Lo revolvieron todo, sustrajeron las joyas y otros objetos, pero dejaron desperdigados algunos álbumes de fotografías y papeles, entre los que se encontraban los escritos de Ana. Una empleada los recogió y, tras la guerra, se los entregó a Otto, único superviviente de la familia Frank.

En septiembre de 1943, cuando los Frank aún permanecían ocultos, la familia Blitz Konig fue detenida. Nanette lo describe con emoción: "Aún puedo escuchar los golpes en la puerta, los gritos, el desconcierto… es algo que no se transmite, la deshumanización… Entraron dos hombres de la Gestapo que gritaban Schnell, schnell! [rápido, en alemán]. Golpeaban la puerta salvajemente. Tuvimos que salir a empujones".

Los condujeron en un tren común hasta el campo de transición de Westerbork, al noreste de los Países Bajos, de donde cada semana deportaban a unos 2.000 judíos en vagones de ganado hacia los campos de exterminio de Polonia. En febrero de 1944, la familia sería trasladada de Westerbork a Bergen-Belsen en un convoy destinado al intercambio de judíos por prisioneros de guerra alemanes.

Por este motivo no le asignaron un número ni le raparon el cabello ni le dieron un traje de rayas. Sin embargo, sufrió el maltrato y las condiciones de vida del campo. "Así me salvé de ser llevada a Ravensbruck. En Auschwitz, la línea de la muerte se situaba en los 15 años; por debajo de esa edad las mataban. No había niñas. Por suerte, Ana había cumplido esa edad".

La vida en el campo era una constante lucha por la supervivencia: letrinas inmundas, condiciones insalubres, piojos, hambre, enfermedades, frío, horas de pie durante el appel (recuento de presos), a la intemperie… Nanette recuerda que en un appel se enfrentó al temido Joseph Kramer, el comandante del campo de Bergen-Belsen, cuando quiso sacarla de la fila y ella se negó.

Tuvo miedo de los perros entrenados para despedazar a los presos, pero escapó a salvo. También guarda en su memoria el impacto que le causó la segunda ocasión en que peligró su vida:

"Era hacia el final de la guerra, cuando un día me sacaron de la fila para que fuera a buscar agua. El guarda me apuntó con su arma directamente, me quedé inmóvil sin mostrar miedo alguno. Parece que eso no le gustó demasiado, no le divertía y decidió no dispararme".

El padre de Nanette murió en Bergen-Belsen el 24 de noviembre de 1944. Un mes más tarde, su hermano sería deportado al campo de Oranienburg, en Alemania, donde falleció nada más llegar. Su madre fue transportada un día después hacia Magdeburg, cerca de Beendorf, donde trabajó esclavizada en una mina de sal a 700 metros bajo el suelo para fabricar piezas de aviones.

No sobreviviría, pues antes de la liberación, en abril de 1945, moriría en un tren que transportaba a 2.000 mujeres a Suecia. A partir de diciembre de 1944, Nanette se quedó sola en Bergen-Belsen, dividido en varios campos diferentes.

Ella estaba en el campo 7 de mujeres y, desde la alambrada que las separaba, vio varias veces en el número 8 a Ana Frank, que llegó procedente de Auschwitz en noviembre de 1944. Cuando en febrero de 1945 eliminaron aquella alambrada, Nanette fue a buscarla.

"Fui la única de la clase que se reencontró con Ana en Bergen-Belsen poco antes de morir, tal vez un mes antes. Casi no nos reconocimos por nuestro aspecto; ella estaba muy debilitada, casi reducida a un mero esqueleto, muerta de frío, envuelta en una manta raída, no aguantaba los piojos, no sabía cómo resistir… Conseguí abrazarla. Jamás olvidaré el reencuentro". (...)

"Al final, los crematorios de Bergen-Belsen no daban abasto. Los ingleses se encontraron con montones de cuerpos. Aquella noche, la muerte seguía rondando. Había una forma peculiar de roncar que denotaba si alguien iba a morir…".

Nanette sobrevivió de milagro, con solo 30 kilos de peso. Enfermó de tuberculosis y tifus contraídos en el campo y entró en coma. Gracias a la acción de un mayor del ejército británico, fue trasladada en avión a Eindhoven, al sur de Holanda, para ser internada en un sanatorio cerca de Harlem, Santpoor, donde permaneció unos tres años.

En octubre de 1945 recibió una carta de Otto Frank en la que le preguntaba si podía recibir visitas. Todavía hoy guarda esta carta en su archivo.

Otto le explicó que tenía el diario de su hija y que quería publicarlo: "Me contó que había partes muy críticas de Ana con su madre, decía que sus padres no eran románticos… Pero, claro, el clima no estaba para romanticismos… Otto extrajo aquellas páginas del libro.

Me preguntó qué opinaba, pero yo no opinaba nada, tenía 16 años. Aquellos ataques de Ana a su familia me parecían propios de una adolescente, no eran imprescindibles para un libro centrado en los nazis y sus acciones contra los judíos". (El País Semanal, 28/11/2010, p. 14 y ss.)

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