26/3/24

«Todas las víctimas de la represión han sido olvidadas. Y son a ellas a quienes debemos la democracia»

 "El 23 de enero de 1977 asesinaron a Arturo Ruiz en una manifestación proamnistía en Madrid. Le tocó a él pero podía haber sido cualquier otro. Tenía 19 años, trabajaba y estudiaba. Un adiestrado pistolero de la ultraderecha le pegó dos tiros por la espalda. El asesino, José Ignacio Fernández Guaza, no era un verso suelto, era un miembro de los servicios de información de la Guardia Civil, según él mismo confesó desde una población argentina donde vive con falsa identidad. Lo relata con detalle Carlos Portomeñe, en el artículo que acompaña a esta entrevista.

El hermano de Arturo, Manuel Ruiz, dedicó sus últimos años de vida a reivindicar verdad, justicia y reparación. Quería que se supiera lo que pasó y que se investigara a los culpables. La búsqueda le unió por el camino a los familiares de otras víctimas de aquellos años de brutal represión de las fuerzas del Estado que confabulados con la extrema derecha intentaban enterrar las ansias de libertades. Así conoció al hermano de Ángel Almazán, otro joven a quien la policía mató de una paliza en 1976, y a otros tantos que fueron surgiendo del frío de soledad y olvido. Juntos formaron el Colectivo de Olvidados por la Transición que, junto a Atrapasueños Cinema, ha hecho posible el documental Las armas no borrarán tu sonrisa. El título reproduce la frase que el padre de Arturo dejó escrita a mano en el dorso de una foto de su hijo.

La tenacidad de Manuel consiguió que Adolfo Dufour transformara la denuncia en documental. Y que en esa denuncia se reconocieran las más de 200 personas asesinadas por las balas de quienes desde la impunidad detentaban el patrimonio de las armas. Manuel, que es el motor e hilo conductor de este documental, falleció pocos días antes del montaje final de la película, pero sabiendo que estaba hecha. Compartió la satisfacción con su oncólogo: “La película está acabada”.

Adolfo Dufour, guionista y realizador, ha dirigido cerca de un centenar de documentales históricos, muchos de ellos para la serie de TVE, Memoria de España. Aquel 23 de enero de hace 47 años, Adolfo participaba en la manifestación proamnistía en la que asesinaron a Arturo Ruiz y en las muchas que le sucedieron. “Te manifestabas pacíficamente y te jugabas la vida. Tenías miedo, pero aún así ibas adelante; era necesario luchar por las libertades y la justicia social para acabar con la dictadura cruel que oprimía”. Por todo esto, cuando Manuel le pidió realizar este documental se sintió en la obligación moral de hacerlo “porque Arturo Ruiz, Mari Luz Nájera, los abogados de Atocha, Ángel Almazán… son un referente ético y de compromiso para mi generación”. Considera que es importante que el cine cuente estas historias reales para la profundización democrática, para que la conciliación sea auténtica, para que la sociedad española y las nuevas generaciones conozcan su historia reciente para evitar que situaciones tan trágicas se repitan.

En esa línea, en 2009 rodó Septiembre del 75, sobre los consejos de guerra sumarísimos que concluyeron en los últimos fusilamientos del franquismo, y también sus dos últimos trabajos Lo posible y lo necesario, sobre Marcelino Camacho, Josefina Samper y el movimiento obrero en el franquismo y la Transición, y Luis Cernuda, el habitante del olvido.

También escribió un libro que, con raíces en la República, habla de los jóvenes y no tan jóvenes que luchaban por acabar con la dictadura, que se organizaban, que militaban, que devoraban libros, que se instruían, que debatían, que se divertían y se amaban, que arriesgaban sus vidas y se las arrancaban de cuajo, que trabajaban por un mundo libre justo y mejor. El libro se llama El vuelo de las hormigas aladas. Aquellos jóvenes era las pocas hormigas que eran capaces de volar. Enfrente tenían a quienes se resistían a la democracia y a quienes se iban tejiendo trajes de corte aperturista con los que seguir controlando el régimen. El libro acaba con el asesinato de Arturo y Mari Luz. Justo donde empieza este documental. A menos de 100 metros de donde mataron a Arturo, el pasado 23 de enero se proyectó la premier de Las armas no borrarán tu sonrisa, una película que inicia su recorrido por las salas de cine.

GEMA DELGADO: Han pasado ya 47 años de aquella semana negra en la que se llegó a amenazar con una noche de los cuchillos largos. ¿Por qué esta película ahora?

ADOLFO DUFOUR: Esta película es de Manuel Ruiz. Quería que hiciera un documental acerca de la semana negra y de todas aquellas personas, mayoritariamente jóvenes, que creyeron que había que conquistar las libertades democráticas y lucharon por la democracia en la Transición. Acerca de quienes perdieron la vida víctimas de aquella represión tremenda dirigida desde el Ministerio de Gobernación de la época y secundada por la policía, por los agentes de la Brigada Político Social, pistola en mano, y por los miembros de la ultraderecha que estaban, si no infiltrados completamente en la policía, sí ligados a ella.

Todas aquellas víctimas de la represión han sido olvidadas. Y son a ellas a quienes debemos la democracia. Desde los cenáculos del poder es fácil hacer concesiones, en teoría democráticas, pero los que lucharon por la democracia lo hicieron en las calles, en las fábricas y en la aulas. Y a esa gente se le debe rendir homenaje.

El discurso oficial de la Transición no reconoce a esas víctimas, que fueron muchas. Hay un entramado de diferentes poderes que han impedido que personas como Manuel Ruiz o Ángel Almazán, entre otras muchas, encuentren respuestas a su petición de verdad y de justicia. La película habla por sí misma respecto a todo lo ocurrido.

G.D.: Es una película sobre la memoria robada y la lucha contra el olvido. ¿A qué público va dirigida?

A.D.: Cuando Manuel me pidió hacer esta película yo le dije que sí, pero que tenía que ser una película dirigida al más amplio público posible, a todos los públicos. En este país hay una historia oficial, pero también hay una historia complementaria, tan verdadera o más, que está basada en documentos contrastados. Es la memoria que se ha querido ocultar y que contradice esa edulcorada versión de lo que ocurrió. Es más cómodo pensar que desde arriba, desde el poder, se hicieron unas concesiones al pueblo para instaurar la democracia cuando la realidad es que hubo mucho sufrimiento para conquistarla.

Y eso también se aplica a las nuevas generaciones, incluso en política, que muchas veces no valoran lo que costó conquistar las libertades democráticas. Y eso lo consiguió la gente de abajo, que salió a la calle, que se movilizó en sus centros de trabajo y de estudios, y que son los grandes olvidados y se merecen el derecho a un reconocimiento. Tienen derecho a que la justicia castigue a los asesinos y a que la sociedad española les reconozca que gracias a ellos tuvimos las libertades políticas, más o menos restringidas, de las que gozamos ahora.

También hace falta rescatar de la historia olvidada la labor impagable que hicieron los abogados de Atocha, militantes del Partido Comunista de España y de CC. OO., y los abogados de otros despachos laboralistas de la ORT, de Bandera Roja, del MC… Hicieron una labor inconmensurable para defender los derechos de los trabajadores que no está reconocida.

G.D.: Hicieron que la Transición fuera más allá de lo que hubiera sido si no se hubiera peleado.

A.D.: Sí. Quisieron tutelar la Transición. Y ahí estaba Estados Unidos y Kissinger detrás. Querían un partido comunista proscrito. Y todas esas personas que lucharon en la calle lograron que la Transición fuera un poco más allá de lo que los poderes fácticos querían conceder pero también menos de lo que se pedía, que hubiera habido unas libertades democráticas reales en su totalidad, que se hubiera elegido la forma de Estado, que se hubiera permitido votar entre monarquía y república, y que de alguna manera se hubiera hecho un Estado acorde con aquel que fue suspendido porque no hay que olvidar que el Estado constitucional era la República y que fue un golpe de los militares al servicio de las jerarquías y de los grandes poderes económicos quien truncó la democracia. Se pedía una ruptura democrática en la que los derechos de los trabajadores fueran más allá, que hubiera más justicia social. De todas formas lo que se consiguió fue muy importante. No se puede infravalorar. Y costó muchas cosas, costó muchas vidas y mucho sufrimiento. Y es por eso que hay que reconocerlo.

G.D.: Imagino que entre el público que se sienta en las butacas habrá mucha gente del «yo estuve allí», pero también, con un gran salto generacional, jóvenes que nunca oyeron hablar de esto. ¿Cómo crees que la van a recibir?

A.D.: El problema de las últimas generaciones es que se les ha hurtado la realidad de lo que pasó. Creo que tienen que estar muy interesados porque sólo han recibido un discurso, el de que la democracia se gestó desde arriba, y no es cierto. Hay que conocer toda la historia. Eso hará de este país un país mejor. Cuando a las nuevas generaciones, como ya pasó con otras películas, les ofrece la información, la reciben y la analizan. El conocimiento siempre agranda.

Como dijo el documentalista norteamericano Ken Burns, la historia del presente es saber lo que ocurrió en el pasado; el pasado construye el presente y cimienta el futuro. Eso es fundamental para no ser atrapado directamente por las garras del sistema.

Sectores de la izquierda que desprecian la Transición tienen que conocer cómo fue, lo mucho que costó y lo mucho que se consiguió. Se quería haber logrado mucho más pero en ese momento no fue posible. Quizá el ejército, la judicatura, todos los poderes que sostenían el régimen anterior eran excesivamente potentes. Eran terribles. Alejando Ruiz Huerta, superviviente de Atocha, cuya vida es un ejemplo, tiene un discurso muy clarificador de todo lo que ocurrió.

Y también es cierto que mientras cierta gente peleaba otra era más acomodaticia y no se movía.

La reforma al final se instauró y silenció todo lo alternativo. Las clases dirigentes querían seguir controlando el poder. El resultado es que la judicatura es la misma, el Ejército ha seguido teniendo el poder, las jerarquías económicas y las grandes empresas fueron las mismas… No se pudo romper con el régimen. ¿Por qué? Esa es la gran pregunta. Conocer la historia es muy interesante porque se puede aplicar al momento actual.

G.D.: Hablas de las víctimas pero también de los responsables de aquella represión del régimen contra el que se luchaba. Tanto de las fuerzas del Estado como de esa internacional negra, con mercenarios ultraderechistas trasnacionales al servicio del Estado. ¿Qué pasó con aquellos responsables de todos estos asesinatos?

A.D.: La mayor parte de estos asesinos nunca fueron juzgadas. Todos se escaparon. Los policías que mataron a Ángel Almazán o a Mari Luz Nájera nunca fueron juzgados. Se reprimía cualquier tipo de reivindicación obrera y se mataba a los trabajadores que salían a manifestarse. Y se hacía desde la impunidad.

Todo eso quedó sin castigo. En las últimas declaraciones que publicaron los periodistas de El País, que han hecho una labor estupenda, el propio asesino de Arturo, José Ignacio Fernández Guaza confiesa que, tras el asesinato de Arturo, la propia Guardia Civil le dijo que se marchara de España. Y de hecho él estuvo en el cuartel de Guernica, y allí le envió la familia dinero, de forma que estaban apoyados por los aparatos del Estado. Es el tema que se lleva a los tribunales argentinos y lo que defienden los hermanos de Arturo Ruiz y de Ángel Almazán, que estos crímenes fueron de lesa humanidad, es decir, que detrás de ellos no estaban personas aisladas, sino que los autores estaban ligados con el aparato del Estado y que además estaban dentro de una operación, que ellos sostienen que era la operación Gladio, que estaba financiada por la OTAN y la CIA para que los grupos comunistas no pudieran ser influyentes en Europa. En Italia se demostró. En España aún está por demostrar y es lo que indaga el libro de Carlos Portomeñe La matanza de Atocha y otros crímenes de Estado y denuncian los hermanos Ruiz.

G.D.: A la hora de recuperar la historia y de poner a cada uno en su sitio, hablas de dos personajes fundamentales en el régimen de la tan bien vendida «modélica» Transición, como Rodolfo Martín Villa y Manuel Fraga, a la sazón, uno de los padres de la Constitución.

A.D.: Eran personas que provenían del franquismo y que ocuparon cargos muy relevantes. Fraga era aperturista pero en el año 63 participó en toda la propaganda que se hizo contra Julián Grimau, dirigente del PCE al que tiraron por la ventana y fusilaron. Fraga le hizo una campaña absolutamente calumniosa para justificar su ejecución. Y Martín Villa también tiene un largo historial. Eran personas que provenían del régimen, e independientemente de que tuvieran ideas de evolución democrática, vieron que el régimen se había acabado y que tenía que evolucionar, con lo que se enfrentaron a sectores aún más involucionistas, pero querían controlar este proceso para que no se les fuera de las manos y que realmente las libertades democráticas que se establecieran no cuestionaran nada. Y, como dice Oscar Alzaga, de democracia cristiana, que se integró en UCD con Martín Villa, lo que querían era su supervivencia política. Y controlaron el proceso a sangre y fuego. Hubo mucha violencia institucional en la época de la Transición. Se ha ocultado y es lo que las personas que salen en el documental han querido denunciar.

G.D.: En el documental se refleja la impotencia, la pérdida de confianza en la justicia, en las fuerzas de seguridad, en quienes dirigieron la Transición, pero también habla de relevo, de futuro y de esperanza de la mano de las hijas que aquellos jóvenes no tuvieron la oportunidad de tener, y con las que finaliza la obra. Por qué le has querido dar ese final.

A.D.: Las hijas que no tuvieron es una performance escrita por Carlos Olalla que yo he incorporado a la película porque me parecía importante que hubiera una esperanza, porque todas las víctimas de la Transición tenían unas esperanzas. Eran jóvenes que murieron por la represión al reivindicar un mundo diferente. No sólo demandaban democracia y libertades políticas y sindicales, también luchaban para que hubiera más democracia económica, para que no hubiese pobreza, para que todo el mundo tuviera derecho a la sanidad, a la educación, a la paz.

Entonces, representar a través de estas chicas jóvenes, todo aquello por lo que lucharon sus hipotéticos padres, me parecía importante.

Inspirándome en la placa de Arturo escribí dos personajes: Verdad y Memoria, que de una manera abstracta representan el pensamiento de toda aquella generación de utópicos que se dio en los 70 y 80 que pensaban que se podía mejorar el mundo. Ahora también hay jóvenes que quieren cambiar la situación de este mundo que es cada vez más voraz, más codicioso, donde sólo vale el dinero, el dinero y el dinero. Jóvenes que quieren unas relaciones sociales y económicas más justas, más equitativas, más democráticas.

El documental acaba con el personaje de la Memoria, que interpreta Gloria Vega, que es una actriz excepcional, como Susana Martins, que interpreta la Verdad, y que dan esa esperanza de futuro cuando acaba con la frase del poeta recordando que nuevos seres anónimos recogerán su legado allí donde los otros sucumbieran.

Hay que dar esperanza porque estas sociedades tienen mucho potencial y la gente buena es muy mayoritaria respecto a la gente mala. Hay que confiar en la bondad de la sociedad para transformar las cosas y, sobre todo, en la mirada hacia los semejantes. Esta sociedad tiene que mirar más hacia el otro. Saber del otro. Dejar el individualismo que nos entra a través del sistema. Tener una mirada sensible hacia los semejantes. Y esto es lo que representa esta generación con ese final más optimista, que es lo que se merecen todas la víctimas que murieron precisamente por dejar ese legado."               (Gema Delgado, Mundo Obrero, 03/03/24)

25/3/24

Fueron miles las que mujeres sufrieron la represión franquista entre 1936 y 1945 en Gipuzkoa... El abanico de vejaciones era amplio: represión económica, despidos laborales, cortes de pelo, administración de aceite de ricino, negación del luto a las viudas, expulsiones de sus pueblos, y en los casos más extremos encarcelamientos, violaciones o fusilamientos

 "El aceite de ricino provocaba que las mujeres no pudiesen controlar sus esfínteres y se hiciesen sus necesidades encima, delante de sus vecinos y vecinas. Muchas de ellas eran obligadas a deambular calle arriba y abajo, con el pelo rapado, “exhibiendo que habían sido represaliadas”. Eran tratadas como “seres de segunda categoría que ni siquiera merecían ser asesinadas”. En los casos más extremos, eran “ultrajadas” mediante la violación y luego asesinadas para ocultar la evidencia. Sólo 50 fueron fusiladas y únicamente un 3% de las exhumaciones eran mujeres, pero la violencia reservada para ellas tenía otro componente más “sádico”, que buscaba su sometimiento.

Fueron miles las que mujeres sufrieron la represión franquista entre 1936 y 1945 en Gipuzkoa. Las castigaban por su militancia política y por ocupar un espacio público. Y por ello buscaban humillarlas. El abanico de vejaciones era amplio: represión económica, despidos laborales, cortes de pelo, administración de aceite de ricino, negación del luto a las viudas, expulsiones de sus pueblos, y en los casos más extremos encarcelamientos, violaciones o fusilamientos, según acredita un estudio presentado este sábado por la Diputación de Gipuzkoa y la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

Las autoras de este trabajo aseguran que “cuesta mucho encontrar fuentes”, porque “muchas mujeres no hablan” o sólo se atreven a hacerlo al final de su vida. Fueron mujeres que “lucharon por sobrevivir” y que “hicieron frente” a esas represalias. La resistencia que ofrecieron al régimen tiene su propio capítulo en el libro: La represión franquista ejecida sobre las mujeres entre 1936 y 1945. El caso de Gipuzkoa, editado por la Diputación de Gipuzkoa.

Las mujeres, niños, niñas y personas mayores expulsadas de sus pueblos por los franquistas fueron unas 1.000 en nuestro territorio, la mayoría mujeres. “Tenían que rehacer sus vidas empezando desde cero”. Está documentado que tres de estas mujeres, María Juana Gesalaga, María Josefa Sanzberro y Simonne Paquita Lebouch fueron deportadas a campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

El tipo de violencia que se ejercía contra ellas tenía un doble componente, “el político, pero también el de género”, el de puro maltrato a la mujer, que por aquel entonces ni siquiera estaba categorizado y era considerado como una “anécdota, un hecho aislado, casual”. Así murió Clara Morán, una miliciana de Gallarta que violaron y mataron en Elgeta después de ejecutar a sus padres. También en Elgeta se ha descubierto un “testimonio ya casi desaparecido” de una mujer que fue violada y sólo pudo reconocerlo muchos años después.

Purga laboral

La Comisión de Incautación de Bienes de Gipuzkoa expropió a 30 mujeres; el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Navarra condenó a 111 mujeres; y cuando los franquistas llegaron al poder, la Diputación de Gipuzkoa expulsó a 215 mujeres, destituyeron a 57 de los servicios telefónicos, 5 del ferrocarril del Urola, 7 trabajadoras de limpieza, 4 profesoras, 2 camineros y una en la casa cuna de Fraisoro, sin especificar la profesión en el caso de otras 4 mujeres.

Por otro lado, se han investigado 3.545 expedientes de mujeres presas en prisiones desde 1936, más del 95% encarceladas por motivos de guerra, 9 en Azpeitia, 121 en Tolosa, 2.151 en Saturraran (Mutriku) y 1.264 en Ondarreta (Donostia). En cuanto a las mujeres fusiladas, hasta la fecha se han identificado más de 50, la mayoría fueron fusiladas sin juicio militar.

En los territorios de Hego Euskal Herria se han contabilizado unas 190 milicias, la mayoría de ellas lucharon con las Milicias Vascas Antifascistas. De ellas, 45 de origen guipuzcoano lucharon en el frente, 22 empuñando las armas, 5 ejerciendo de enfermeras, 9 en trabajos de cocina y 9 en servicios asistenciales.

El estudio presentado hoy ha sido liderado por la historiadora Ione Zuloaga, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, con las aportaciones de otras tres mujeres: Queralt Solé (Universidad de Barcelona), Enara Garro (Universidad del País Vasco) y Lourdes Herrasti (Sociedad de Ciencias Aranzadi).

Eider Mendoza, diputada general de Gipuzkoa, ha destacado que “esta publicación analiza y revela la violencia silenciada e invisibilizada durante décadas. Es un paso importante, imprescindible, en el camino hacia la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas del franquismo”. Y ha recordado que, a la hora de cortarles el pelo, quisieron "cortar las alas a las ideas, la democracia, la libertad y la igualdad de aquellas mujeres”.

“El objetivo de aquel modelo de sociedad era dominar a las mujeres para que no aportaran a la sociedad, para que no desarrollaran su libertad y sus derechos, para que nuestro pueblo siguiera oprimido”, ha reflexionado. Pero, en palabras de la diputada, después de décadas de “oscuridad”, hoy podemos afirmar “firmemente” que, gracias al ejemplo de todas aquellas mujeres y niñas, a la “dignidad” que demostraron en todo momento, aunque todavía tenemos mucho que hacer, estamos avanzando y avanzaremos en la “igualdad de mujeres y hombres”. “Debemos mucho a aquellas mujeres que sufrieron la violencia del franquismo y del odio”, ha resumido."               (N. G., Noticias de Gipuzcoa, 10/02/24)

20/3/24

Los niños asesinados por Israel en cuatro meses superan a los de cuatro años de guerras en todo el mundo

 "Cifras que no deberían existir. El comisionado general de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), Philippe Lazzarini, ha denunciado que el número de niños asesinados por el Ejército israelí en la Franja de Gaza en los cuatro primeros meses de la operación sionista en el enclave palestino es superior al de los menores fallecidos en todas las guerras acaecidas en el planeta durante los últimos cuatro años.

Mientras las imágenes de las atrocidades cometidas por los militares sionistas siguen recorriendo el mundo a diario, Lazzarini denunciaba que el total de niños muertos en los conflictos militares de todo el planeta desde 2019 suma 12.193 víctimas, mientras en Gaza supera los 12.300 solo en los 120 primeros días de la operación israelí sobre la población palestina.

Los números, sin embargo, son muy superiores cuando ya se han cumplido cinco meses desde el 7 de octubre. El último informe de víctimas publicado por las autoridades gazatíes habla de 31.200 palestinos asesinados, el 72% mujeres y niños, siendo estos últimos más de 13.500. A ellos habría que sumar más de 7.000 personas desaparecidas en la Franja, junto a 72.760 heridas. Además, 417 palestinos habrían sido asesinados por colonos sionistas en los territorios ocupados de Cisjordania y Jerusalén este, al igual que varias decenas más en el sur de Líbano como resultado de los ataques israelíes.

21 niños por hambre y deshidratación

El responsable de la UNRWA ha denunciado, además, que el Gobierno ultra de Netanyahu sigue obstaculizando la entrada de ayuda humanitaria en la Franja. Este lunes 11 de marzo, lamentaba que uno de los camiones era obligado por los israelíes a darse la vuelta por llevar tijeras incluidas en kits médicos para niños. “Las tijeras médicas se añaden ahora a una larga lista de artículos prohibidos que las autoridades israelíes clasifican como ‘de doble uso’—afirmaba Lazzarini—. La lista incluye artículos básicos y que salvan vidas: desde anestésicos, luces solares, cilindros de oxígeno y ventiladores, hasta pastillas para limpiar el agua, medicamentos contra el cáncer y kits de maternidad”.

 La agencia de la ONU, de la que dependen seis millones de refugiados palestinos y que ha tenido que hacer frente al asesinato de 160 de sus empleados humanitarios y a la destrucción de 150 de sus instalaciones en la Franja —muchas de ellas escuelas—, denuncia que la situación en el territorio es catastrófica. Sus datos señalan que, mientras antes del 7 de octubre entraban en la Franja más de 500 camiones con ayuda humanitaria al día, hoy solo traspasan el bloqueo una media de 101 diarios.

La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) denunciaba este miércoles la alarmante situación de hambruna y falta de agua, con 27 personas fallecidas solo en las últimas horas en el norte de la Franja, la zona más arrasada por el sionismo, por desnutrición y deshidratación, 21 de ellos eran niños.

El Open Arms, contra el bloqueo

Aunque la ayuda humanitaria por vía marítima no puede sustituir a la que llega por tierra a día de hoy, el Open Arms, el barco perteneciente a la ONG española homónima, zarpó este martes desde el puerto chipriota de Larnaca rumbo a Gaza con 200 toneladas de alimentos y ayuda humanitaria para ayudar al romper el bloqueo israelí. El envío, que se realiza conjuntamente con la ONG World Central Kitchen, pretende ser el primero que rompa el cerco marítimo que Israel mantiene sobre el territorio palestino.

Si el ejército sionista permitirá o no al barco cruzar es una incógnita. En el recuerdo está el ataque a la Flotilla de la Libertad en 2010, un grupo de seis barcos con 633 personas de 37 países a bordo que intentó llevar ayuda al enclave palestino, bloqueado desde hace 18 años por Israel. El resultado del ataque sionista fue la muerte de nueve activistas y un periodista, y más de una treintena de heridos, en una operación que fue calificada de terrorismo de estado por parte de varios líderes mundiales."                 (El Salto, 13/03/24)

18/3/24

Ángel Viñas: "Franco robó lo suyo, una fortuna de 388 millones de euros en 1940... una fortuna comparable, aunque a escala mucho más modesta, al de su secreto modelo: un tal Adolf Hitler"

 "(...) Y, volviendo al dicho brasileño, ¿Franco robó?

Hombre, Franco robó lo suyo, pero sobre todo permitió que la élite del régimen robase todo lo que pudo. En 1940, Franco tenía una fortuna equivalente a unos 388 millones de euros. No está mal…

[Ángel Viñas alude en La forja de un historiador a los orígenes de la fortuna de Franco, entre ellos la venta de seiscientas toneladas de café donadas por el dictador Getúlio Vargas al pueblo español. La procedencia del dinero y sus inversiones —en una "propiedad rústica en los alrededores de Madrid", por ejemplo— ya figuraban en el último capítulo de su libro La otra cara del Caudillo. Mitos y realidades en la biografía de Franco (Crítica), titulado Franco se hace millonario en la guerra y en la posguerra de la represión.

En La forja de un historiador, redondea al alza la cifra que ofrece en esta entrevista y en La otra cara del Caudillo, unos 34 millones de pesetas de la época. "Naturalmente, el comportamiento financiero de Franco en aquella época fundacional —que alcanzó una fortuna en 1940 equivalente a unos cuatrocientos millones de euros, utilizando los coeficientes de conversión popularizados por el profesor y banquero José Ángel Sánchez Asiaín— era comparable, aunque a escala mucho más modesta, al de su secreto modelo: un tal Adolf Hitler", escribe Ángel Viñas] (...)"                 (Henrique Mariño, Público, 13/03/24)

15/3/24

Save the children: El genocidio israelí causa la "destrucción psicológica total" de los niños de Gaza... "Cinco meses de violencia, desplazamientos, hambre y enfermedades, sumados a casi 17 años de bloqueo, han causado un daño mental incalculable a los niños de Gaza"... Algunas madres y personal hospitalario que huyen de las bombas y las tropas invasoras israelíes se han visto obligados a abandonar a los recién nacidos y dejarlos morir solos

"Además de matar, mutilar y desplazar por la fuerza a cientos de miles de niños palestinos, el ataque genocida de Israel contra Gaza ha causado un tremendo daño psicológico a los niños de la asediada franja, según se detalla en un informe de Save the Children publicado el martes.

El informe de la organización benéfica, titulado Atrapados y marcados: The Compounding Mental Harm Inflicted on Palestinian Children in Gaza-examina cómo "cinco meses de violencia, desplazamiento, hambre y enfermedad, sumados a casi 17 años de bloqueo, han causado un daño mental implacable a los niños de Gaza".

"Los niños de Gaza están atravesando un periodo de conmoción y dolor a gran escala".

Jason Lee, director de Save the Children en el territorio palestino ocupado, afirmó en un comunicado que "es inaceptable que ningún niño tenga que enfrentarse a los horrores que han vivido los de Gaza. Mientras esquivan bombas y balas, huyen por calles sembradas de escombros y cadáveres, se ven obligados a dormir al aire libre y carecen de los alimentos básicos y el agua potable que necesitan para sobrevivir, los niños de Gaza atraviesan un periodo de conmoción y dolor a gran escala."

"Los niños de Gaza ya vivían con una angustia inimaginable tras 16 años de bloqueo y sucesivas escaladas de violencia", añadió Lee. "Esta guerra y las cicatrices físicas y mentales que está dejando en los niños está erosionando aún más su capacidad de recuperación".

Una madre de cuatro niños de entre 7 y 14 años declaró a Save the Children que "ni siquiera diría que su salud mental se ha deteriorado, sino que ha sido aniquilada. Una destrucción psicológica total".

Otra madre de Gaza dijo: "Nuestros hijos ya han vivido diferentes guerras. Ya carecían de resiliencia y ahora es muy difícil sobrellevar la situación. Los niños están asustados, enfadados y no pueden dejar de llorar. Incluso muchos adultos hacen lo mismo. Esto es demasiado para que lo afronten los adultos, y mucho más los niños".

Waseem, un padre, dijo que "los niños de aquí lo han visto todo. Han visto las bombas, las muertes, los cadáveres... ya no podemos seguir fingiendo con ellos. Ahora lo entienden y lo han visto todo. Ahora, mi hijo puede incluso decir qué tipos de explosivos están cayendo: puede oír la diferencia".

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Gaza es "el lugar más peligroso del mundo para ser niño", ya que más de 13.000 menores palestinos han muerto, y muchos miles más han resultado heridos, por los ataques israelíes, y cientos de miles de niños forman parte de los aproximadamente 2 millones de los 2,3 millones de habitantes de Gaza que se han visto desplazados a la fuerza por los bombardeos y la invasión de Israel.

Los jóvenes palestinos que sobreviven a las bombas y las balas de Israel se enfrentan a una enfermedad y un hambre galopantes que están matando no sólo a bebés y niños, sino también a adolescentes y ancianos, mientras soldados y civiles israelíes siguen impidiendo la entrada en Gaza de ayuda vital. Los expertos de la ONU afirman que la inanición forzada de los gazatíes por parte de Israel es un acto genocida del tipo que se ordenó a Israel que impidiera en el fallo preliminar de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) del 26 de enero en respuesta a las acusaciones de genocidio israelí dirigidas por Sudáfrica.

Muchos niños palestinos supervivientes han perdido a uno o ambos progenitores. Algunos han perdido familias enteras. Incluso se ha acuñado un nuevo acrónimo para describir a algunos de estos huérfanos: WCNSF, o "niño herido, sin familia superviviente".

Alrededor de 1.000 de esas heridas requirieron la amputación de uno o más miembros del niño. Debido a la falta de medicamentos provocada por el asedio israelí, muchos pequeños han sido amputados sin anestesia. Los gritos y las plegarias llenan el aire de los quirófanos improvisados, ya que la implacable embestida de Israel ha arrasado los hospitales, las clínicas y la infraestructura sanitaria de Gaza.

A veces, incluso las historias de supervivientes tienen finales trágicos, como en el caso de Dunia Abu Mohsen, una niña de 12 años que primero perdió una de sus piernas, a sus padres y a dos hermanos en un ataque aéreo israelí, y después la vida cuando un tanque de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) disparó un proyectil contra el hospital en el que se recuperaba. O Kareem Abu Zaid, de 2 años, que sobrevivió a tres ataques aéreos israelíes distintos que mataron a familiares cercanos, incluidas su madre y su hermana, antes de morir en un cuarto ataque de las FDI.

El Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, ha documentado numerosos casos de ejecuciones sumarias de civiles por parte de tropas israelíes, entre ellos mujeres y niños. El grupo también acusa a los invasores israelíes de secuestrar a niños palestinos y trasladarlos a la fuerza desde Gaza.

Por su parte, los expertos de la ONU han instado a que se investiguen los informes según los cuales las tropas israelíes han detenido arbitrariamente, abusado sexualmente y ejecutado a mujeres y niñas palestinas en Gaza.

El informe de Save the Children también señala el trauma sufrido por padres y cuidadores.

"La angustia emocional de esquivar bombas y balas, de perder a seres queridos, de verse obligados a huir por calles llenas de escombros y cadáveres, y de despertarse cada mañana sin saber si podrán comer, ha dejado a los padres y cuidadores cada vez más incapacitados para hacer frente a la situación", afirma la organización. "El apoyo, los servicios y las herramientas que necesitan para cuidar de sus hijos están cada vez más lejos de su alcance".

Las madres embarazadas lo han pasado especialmente mal, ya que a menudo se han visto obligadas a dar a luz en tiendas de campaña, calles e incluso aseos públicos debido a la destrucción de viviendas e instalaciones sanitarias por parte de Israel. Algunas madres y personal hospitalario que huyen de las bombas y las tropas invasoras israelíes se han visto obligados a abandonar a los recién nacidos a morir solos y en descomposición..

Dos madres han muerto cada hora desde el comienzo del genocidio, según estimó ONU Mujeres en enero.

La infraestructura de salud mental de Gaza también ha sido devastada por la embestida israelí en un momento en que alrededor de la mitad de los 1,1 millones de niños del enclave necesitan apoyo psicológico.

Save the Children instó a un alto el fuego y a la "aplicación efectiva de las medidas provisionales de la CIJ", así como a que Israel permita el libre flujo de ayuda a Gaza para evitar muertes por inanición y enfermedades.

"Todavía hay esperanza de que, con el apoyo adecuado, esto pueda revertirse", subrayó Lee. "A lo largo de la infancia, hay ventanas críticas de oportunidad para abordar el impacto del conflicto. Pero nada de esto es posible sin un alto el fuego inmediato y definitivo y un acceso seguro y sin restricciones a la ayuda para que los trabajadores humanitarios puedan proporcionar el apoyo crítico necesario."

( Brett Wilkins , ScheerPost, 15/03/24, traducción DEEPL, enlaces en el original, fuente Common Dreams)

13/3/24

La historia de los ocho de Vernet... militares republicanos exiliados en Francia y que acabaron en un campo de concentración nazi... Gámir sufre un ataque y pierde la vista y el sentido. El médico que le atiende extiende un certificado para ingresarlo en el hospital y ofrece a sus compañeros tramitar un documento parecido. El grupo debate si aceptar o no la oferta y finalmente, el coronel Velasco decide que es demasiado arriesgado porque si los alemanes sospechan pueden obligar al delicado Gámir a abandonar el hospital y hacer el viaje con ellos. Siete se sacrifican por uno. La decisión marca un antes y un después: solo uno de ellos salvará la vida. El 30 de junio de 1944, el grupo, ahora de siete, es trasladado a Dachau

 "El Ministerio de Defensa recupera las vivencias del grupo de militares republicanos exiliados en Francia y que acabaron en un campo de concentración nazi. Los hijos de dos de ellos murieron asesinados por el bando en el que luchaban sus padres.

Velasco se puso muy enfermo al poco tiempo de llegar, lo sacaron del campo y no hemos vuelto a saber de él, lo más probable es que lo gasearan. Blasco murió el 18 diciembre y Amer, en febrero, los dos porque perdieron la moral y el ánimo y esa fue su perdición; Salavera murió en enero consumido por la diarrea, los piojos y los malos tratos; Marín murió en febrero del tifus, y Redondo, en la noche del 8 al 9 de marzo de fiebre, piojos y sobre todo, hambre; dormíamos juntos y murió abrazado a mí, hablándome de sus hijos. Toda la noche desde las 11 la pasé con el pobre cadáver y a la madrugada, ayudado por otro español, pudimos lavarlo y arreglarlo un poco antes de que se lo llevaran. Yo vivo de milagro, pero vivo…”.

El Teniente coronel José María García-Miranda, de 48 años, escribe a su esposa, Lucía, el 2 de mayo de 1945 tras ser liberado por los americanos del campo de concentración nazi de Dachau (Alemania). Pesa 39 kilos y aún tardará en reencontrarse con ella porque los supervivientes están tan débiles y enfermos que han de pasar una cuarentena. La carta resume el final del trágico destino de un grupo de jefes y oficiales del Ejército republicano que, en 1939, una vez perdida la Guerra Civil, cruzó a Francia y, al igual que miles de civiles, fue dando tumbos por centros de detención hasta recalar en una de las sucursales del infierno, las crueles sedes del holocausto. El sobrino nieto de García-Miranda, Rafael Pañeda Reinlein, encontró hace años, en un altillo de un desván, dentro de una maleta, los textos de su tío abuelo y, con su hermana Iciar, empezó a tirar del hilo para averigüar quiénes eran esos hombres de los que hablaba en su carta. Rafael recuerda la emoción cuando abrió aquellos “cuadernos de tapas marrones que llevaban tanto tiempo callados. Las cartas recién liberado de Dachau son un monumento”, afirma. El resultado es una emocionante historia de lealtad, honor y compañerismo en las circunstancias más difíciles, recogidas en el libro Los ocho de Vernet, por ser este pueblo francés la primera parada de su periplo tras perder la guerra. Publicado por el Ministerio de Defensa, la obra sirve de merecido homenaje. La iniciativa, como la de la Fiscalía General del Estado, que recientemente ha publicado En memoria de Javier Elola, fiscal fusilado, pretende recuperar un relato olvidado: el de los servidores públicos que pagaron con todo su defensa de la democracia, incluida la propia sangre. Dos de los hijos de estos militares fueron asesinados por hombres que decían apoyar al bando en el que luchaban sus padres, el de la República.

Iciar y Rafael Peñada son sobrinos de otro de los grandes nombres de la democracia, Fernando Reinlein, miembro de la Unión Militar Democrática (UMD), el grupo clandestino de militares que vigiló, desde dentro del Ejército, para que la dictadura no se perpetuase. “Yo trabajo en el Ministerio de Defensa”, explica Iciar, “y cuando digo el apellido Reinlein, unos tuercen el gesto por la UMD, y otros dicen: ‘Ah, pero también eres nieta de medalla militar’, porque mi abuelo estuvo en la División Azul [unidad española de apoyo a los alemanes en la II Guerra Mundial]. Esa situación, de parientes en ambos bandos, se da en muchas familias militares”.

La detención

El 8 de diciembre de 1943, la Gestapo detiene en el Hotel Alexandra del pueblo francés de Vernet les Bains a ocho militares republicanos: el general Mariano Gámir Ulibarri, de 66 años; los coroneles Jesús Velasco Echave (65); Carlos Redondo Flores (64 ) y César Blasco Sasera (66); los tenientes coroneles Fernando Salavera Camps (60) y José Mª García-Miranda Esteban-Infantes (46) y los comandantes Joan Amer Vadell (46) y Teodoro Marín Masdemont (66). Como el resto del Ejército Republicano, tienen distintas ideas y orígenes. Gámir ha nacido en una familia militar, católica y monárquica. 

El 14 de abril de 1931, al proclamarse la República, según recoge una biografía escrita por Manuel Amores Torrijos en colaboración con la familia, expresa su “congoja al arriarse por última vez la enseña rojigualda”. El golpe del 18 de julio de 1936 le pilla en Valencia. Al día siguiente envía un telegrama al presidente Azaña para manifestarle su lealtad. “La decisión no fue fácil por la militancia en Falange de tres de mis hijos”, se recuerda en el libro. Uno de ellos, Pepe, de 26 años, es asesinado en agosto de 1936 por un “grupo de izquierdistas” que lo saca de la cárcel de Huete (Cuenca) para matarlo “tomándose la justicia por su mano”. 

El general Gámir afirma entonces: “La tragedia familiar hizo que un sentimiento de culpa se apoderase de mí en los primeros días de luto, asaltándome la duda de si acaso habría optado por el bando equivocado”. En noviembre de 1936 también es asesinado en Paracuellos su sobrino José María: “Mi desesperación llegó al límite…”.

Mi abuelo”, relata a EL PAÍS Alfonso Gámir, nieto del general, “había sido gentilhombre del Rey [caballero al servicio del Monarca]. También era muy, muy religioso, lo que chocaba con el anticlericalismo del bando republicano. Pero defendió hasta sus últimas consecuencias el poder establecido y la palabra dada: había jurado lealtad a la República. Puso su deber por encima de todo, hasta de la familia. Y por eso estoy muy orgulloso de él”.

El coronel Velasco era hijo y nieto de militares y había dado clases, en la Academia de Toledo, como recoge Los ocho de Vernet, “a un joven cadete llamado Francisco Franco Bahamonde”. En noviembre de 1936, su hijo Antonio también fue asesinado en Paracuellos. Los padres de Redondo eran maestros.

Tras la detención en el Hotel Alexandra, el grupo es llevado a una cárcel en Perpiñán, acusado de “resistencia clandestina, colaboración con los maquis, ayuda y alojamiento a los resistentes y difusión de diarios clandestinos”, según expone en una carta el jefe de la resistencia de Vernet les Bains, Pierre Vidal, registrada en el Servicio Histórico de la Defensa francés. Dos meses después, los entregan a la policía francesa y sus condiciones mejoran notablemente. La víspera de que los trasladen al campo de concentración de Vernet d’Ariege, a 20 kilómetros de Toulouse, Gámir sufre un ataque y pierde la vista y el sentido.

 El médico que le atiende extiende un certificado para ingresarlo en el hospital y ofrece a sus compañeros tramitar un documento parecido. El grupo debate si aceptar o no la oferta y finalmente, el coronel Velasco decide que es demasiado arriesgado porque si los alemanes sospechan pueden obligar al delicado Gámir a abandonar el hospital y hacer el viaje con ellos. Siete se sacrifican por uno. La decisión marca un antes y un después: solo uno de ellos salvará la vida.

El 30 de junio de 1944, el grupo, ahora de siete, es trasladado a Dachau. El trayecto lo hacen en vagones de ganado donde los prisioneros están tan apiñados que tienen que hacer turnos para sentarse. El convoy transporta a unos 700 deportados, entre ellos, 70 españoles. García-Miranda cuenta en sus diarios cómo algunos logran escapar: “Lo consiguen de forma alucinante, levantando el suelo, descolgándose y dejando encogidos que el tren pasara sobre ellos”. El 28 de agosto, casi dos meses después, llegan al campo de trabajo, ya convertido en centro de exterminio.

Velasco, al contrario de lo que García-Miranda explicaba en la carta a su mujer, no fue gaseado. Como había llegado a Dachau muy enfermo, lo enviaron al campo de Bergen-Belsen, donde coincidió con Ana Frank, y allí murió, como la niña del célebre y triste diario. Mientras, el resto del grupo, ahora de seis, trata de sobrevivir en Dachau, donde cada mañana los guardias colocan en fila a sus prisioneros para seleccionar a los que pueden seguir trabajando y enviar a la cámara de gas a los que ya están demasiado débiles. El coronel García-Miranda llega a hacer de conejillo de indias en un experimento médico. Solo él y Gámir, que se había quedado en el hospital, podrán contar lo que pasó.

En 1948, Gámir se reencuentra en París con su hijo Alfonso, falangista, que le recrimina haber luchado “con los comunistas”, según recoge el libro. El general le responde que no puede entender “lo que significa para un militar una promesa de fidelidad, el concepto del honor”. “Mi padre”, relata Alfonso Gámir, “era muy cercano a José Antonio Primo de Rivera. Tenía unas ideas distintas a las de mi abuelo, pero nunca se perdieron el cariño, por eso fue a buscarlo a Francia”. El general había sido condenado en España, en ausencia, por rebelión militar. “Era justo al revés: los que se habían rebelado eran los franquistas, pero ganaron la guerra”. “Fueron de derrota en derrota”, añade Iciar Pañeda, “hasta la derrota final”.

En 2015, el entonces primer ministro francés, Manuel Valls, dedicó un perdón de Estado a los españoles que, como los ocho de Vernet, tras la victoria franquista recalaron en su país y en muchos casos, ayudaron a liberarla de los nazis: “Fueron humillados. Se les quiso arrebatar la dignidad. Los que huían en busca de la libertad esperaban otro tipo de acogida. Eso no es Francia”, dijo. García-Miranda y Redondo disponían de un certificado de actividades de la Resistencia. Tanto en España como en Francia luchaban contra el mismo enemigo."                       (Natalia Junquera, El País, 10/03/24)

6/3/24

Si después del Holocausto los filósofos dieron por terminada la modernidad... hoy con la actuación de primer ministro israelí y la complicidad de Occidente y Estados Unidos lo que termina es el Holocausto mismo... porque es ya imposible leerlo y pensarlo sin tener en cuenta que algunos de los descendientes de quienes lo sufrieron están infligiendo un horror indecible a otros seres humanos (Najat El Hachmi)

 "Me doy cuenta de que, sin quererlo y contra toda lógica, me siento lejos de todo lo que he leído y he aprendido sobre el Holocausto. La literatura sobre el horror pasado no sirve para prevenir el horror retransmitido en directo, la niña que llora por un pedazo de pan, los bracitos raquíticos de los pequeños castigados con la hambruna por el solo hecho de ser tan palestinos como los terroristas de Hamás. 

O esa es la historia que cuenta la propaganda del Israel: que los crímenes que está perpetrando contra una población desarmada no son más que parte de su estrategia de autodefensa, pero ¿qué tendrán que ver niños y madres con las organizaciones violentas? El trato vejatorio es indigno de un país civilizado donde debería reinar la palabra y la ley y no la barbarie vengativa y sádicamente organizada.

Cuando en 1924 Elias Canetti visita su Bulgaria natal, se encuentra con el primo Bernhard Arditti, un sionista apasionado que con sus dotes de oratoria en ladino era capaz de persuadir a los asistentes a sus charlas “para que volvieran la espalda a un país en el que estaban afincados hacía varias generaciones, donde se los aceptaba y respetaba y donde sin duda les iba bien, para emigrar a un país desconocido, que les había sido prometido milenios atrás pero que por entonces no les pertenecía en absoluto”. 

La raíz de la flagrante injusticia es exactamente esa, que se estableció un Estado nuevo en un territorio donde, se nos dijo, no había nadie y sobre una idea, la de la tierra prometida, de evidente origen teocrático. La culpa de Europa por la Shoah llevó a permitir este proceso de colonización pero los palestinos, que en sus tierras vivían desde hacía milenios, nada tuvieron que ver con los horrores del nazismo. 

En este sentido, resulta especialmente doloroso observar que Alemania vuelve a equivocarse, que con su apoyo a Israel vuelve a ponerse del lado de los verdugos aunque ahora sea por prevenir el antisemitismo. No es odio afirmar que las actuaciones de Netanyahu son criminales entre otras cosas porque ni él ni su Gobierno son los únicos judíos de este mundo. 

Si después del Holocausto los filósofos dieron por terminada la modernidad (ya no hay palabras que sirvan para describir el horror) hoy con la actuación de primer ministro israelí y la complicidad de Occidente y Estados Unidos lo que termina es el Holocausto mismo porque es ya imposible leerlo y pensarlo sin tener en cuenta que algunos de los descendientes de quienes lo sufrieron están infligiendo un horror indecible a otros seres humanos."                 (Najat El Hachmi , El País, 01/03/24)

5/3/24

“Teño a esperanza de enterrar ao meu avó coa familia”... dijo Estefanía Pérez, nieta de nieta de Manuel Fernández Arias, cabo del acorazado “España”, represaliado en O Val, junto con otros 32 miembros de la dotación del acorazado “España”, así como otros dos del “Contramaestre Casado”, y diez tripulantes del navío de vapor “Dómine”

 "La climatología dio un respiro este lunes–al menos durante un tiempo– al equipo multidisciplinar de la Universidade de Santiago de Compostela y del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) que se desplazó a primera hora de la mañana hasta el camposanto naronés de O Val, con el objetivo de iniciar los trabajos de localización y exhumación de 51 personas asesinadas durante la sublevación militar de 1936. En esta tarea trabajan mano a mano con la Asociación Cultural Memoria Histórica Democrática y con el antropólogo forense Fernando Serrulla, presente también en el cementerio, al que acudieron, además, familiares de los represaliados y representantes del gobierno naronés –la alcaldesa, Marián Ferreiro, así como los concejales Mar Gómez e Ibán Santalla–.

El fin de la intervención iniciada esta mañana –y que se prevé se prolongue durante varios días– es dar con los restos de los 32 miembros de la dotación del acorazado “España”, fusilados el 26 de diciembre de 1936, así como otros dos del “Contramaestre Casado”. Mientras, el 30 de noviembre de aquel fatídico año fueron asesinados también diez tripulantes del navío de vapor “Dómine” y, en diversas fechas, otras siete personas más.

“Eu cheguei ás dez e xa estaba aquí xente da Universidade. Despois chegaron os historiadores con Fernando Serrulla, o forense. Primeiro estanse a quitar os ósos do nicho que nos dixera un veciño. A ver o que atopamos, porque sabemos que neste cemiterio houbo moito movemento”, explicaba el presidente de la entidad anteriormente citada, Manuel Fernández Pita, al filo de las doce del mediodía. Y es que el pasado mes de enero, Francisco Aneiros, un vecino de la parroquia, contactó con la asociación  para indicarle que creía que los restos se encontraban en un nicho concreto del cementerio, que había pertenecido a un cura de la parroquia.

Sin embargo, los primeros trabajos iniciados por los expertos no constataron –a falta de culminar la investigación– esta teoría. “Hemos sacado una de las dos bolsas que había en el interior del nicho y, por el momento, hemos confirmado que los restos  no son de las personas que buscamos. No tienen signos de violencia y hay dos cráneos que pueden corresponder a una mujer. A falta de finalizar los trabajos, podemos confirmarlo casi con total seguridad”, apuntó por su parte, a preguntas de este Diario, Fernando Serrulla, quien explicaba que los huesos se encontraban en el interior de una bolsa mucho más “moderna” para tratarse de la época en la que se asesinó a estas personas.

Además de la inspección de esta sepultura, el equipo comenzó a trabajar también en tres zonas del cementerio, después de la investigación realizada el pasado mes de octubre con un georradar. “Nos falta por completar una serie de catas, para ver si podemos ubicar en alguna de ellas las fosas que buscamos.  Sabemos que por lo menos habrá unas cinco, porque los cadáveres fueron enterrados en cinco o seis momentos temporales distintos”, apuntó Serrulla, que añadió que el georradar “detectó algunas zonas que, al técnico, le pareció que podían ser compatibles con excavaciones más o menos grandes, no funerarias. Estamos profundizando y valorando si realmente en esas zonas hay algún enterramiento colectivo que pudiera ser compatible con lo que estamos buscando”, explicaba durante la jornada de este lunes.

Reparación

La fosa del cementerio de O Val podría ser una las de mayor envergadura de Galicia, después de la ubicada en Serantes (Ferrol). Son muchas las familias que continúan buscando a sus familiares asesinados tras la sublevación militar de 1936 y, la reparación en muchos casos, parece no llegar nunca. 

“Meu avó foi asasinado contra o muro da igrexa. Según a miña nai e tamén a miña avoa, están enterrados debaixo dos nichos. Non tiñamos esperanzas en que estivesen dentro desea tumba. É certo que houbo movementos e se reformou o cemiterio... Pero esas sepulturas son máis ou menos dos anos 70. Pode ser que cando se levantaron, quitasen os restos e os metesen nun osario. Pero normalmente levantábanse estes nichos enriba das fosas comúns, en case todos os cemiterios, para evitar que se reclamasen despois, porque é moi difícil”, comentaba Estefanía Pérez Fernández, nieta de Manuel Fernández Arias, cabo del acorazado “España”, que se desplazó junto a su hermano hasta el cementerio para interesarse por el desarrollo de los trabajos.

“Teño a esperanza de que o atopemos e de poder enterralo coa súa filla, coa miña nai... Iso é o único que quero. Agardo que algún día o podamos conseguir”. "                (Verónica Vázquez, Diario de Ferrol, 04/03/24)

3/3/24

Pepi, el superviviente del Holocausto que encontró en el flamenco una forma de “aliviar el corazón”... Peter Pérez fue internado de niño, junto a su familia judío-sefardí, en el campo de concentración de Rivesates, en el Sur de Francia. Allí, entre la miseria y el dolor, descubrió el flamenco. Lo hizo gracias a los niños gitanos refugiados de la Guerra Civil que se abarrotaban en barracas y que cantaban para comunicarse con sus padres al otro lado de la alambrada. Con la música expresaban su dolor, su pena, sus ganas de reencontrarse

 "Peter Pérez tiene 87 años y nació en Viena. Sin embargo, todos le conocen como Pepi. La directora de cine Lucija Stojević le conoció cuando preparaba su anterior documental, La Chana y buscaba financiación para poder realizar aquella película sobre la bailaora flamenca anulada por su condición de mujer y gitana. La primera vez que quedó con Peter, este sacó un CD del cantaor de flamenco Niño de la Cava y lo puso.

“Mientras nos llegaba el cante profundo y áspero, el rostro de Pepi se contraía de dolor. Empezó a llorar”, recuerda la cineasta. Al escuchar aquellos acordes, aquella voz, algo se le removió por dentro de tal forma que no pudo contener su emoción. Stojevic se interesó por su historia, por lo que había dentro de él para haber reaccionado así y encontró una de esas vidas que merecen ser contadas. Peter Pérez fue internado de niño, junto a su familia judío-sefardí, en el campo de concentración de Rivesates, en el Sur de Francia. Allí, entre la miseria y el dolor, descubrió el flamenco. Lo hizo gracias a los niños gitanos refugiados de la Guerra Civil que se abarrotaban en barracas y que cantaban para comunicarse con sus padres al otro lado de la alambrada. Con la música expresaban su dolor, su pena, sus ganas de reencontrarse.

Peter quedó marcado por aquella música. Se estableció con ella una relación complicada. Escucharla le hacía retraerse a aquellos momentos duros. Aunque escapara del campo, siempre quedó marcado por la herida del Holocausto. La música le hace volver al peor momento de su vida, pero también es lo que le hizo avanzar. Su amor por el flamenco, y por el fandango, le han hecho querer buscar el flamenco más auténtico por toda España. Junto a su amigo Alfred recorre Europa, y la cámara de Stojevic les acompaña en el documental Pepi Fandango, que termina convirtiendo aquel encuentro casual en una película sobre el poder sanador del arte y en un relato de Memoria Histórica que une la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial.

 Como Quijote y Sancho Panza ambos recorren España. Pepi ha decidido que para terminar de exorcizar y sanar tiene que crear su propio fandango. Un trayecto hasta Paterna de Rivera en Andalucía donde Pepi intenta escribir su fandango, y que termina con un trayecto de vuelta a Rivesaltes, el campo donde estuvo internado y que visita por primera vez para enfrentarse directamente a su dolor.

“Los primeros sonidos que marcaron mi vida y que tengo en las entrañas fueron los fandangos a palo seco, de voces infantiles o adultas aislados en el campo de concentración de Rivesaltes: Y claro no recuerdo letras, sólo palabras que se repetían: hambre, enfermo, fiebre. En caló: madre - vata, quiero - camelo, pan - manró, comer - jalar, cagar - jiñar, penas y duquelas”, rememora Pepi. En el flamenco, y más concretamente el fandango, encontró la forma de “aliviar el corazón”, aunque sus sonidos le llevaran de nuevo dentro de aquel campo.

“Al principio no podía escuchar flamenco. Pensaba que me arrancaría todo, pero siempre lo tengo en la cabeza. Siempre lo busco”, dice Pepi en un momento del documental. Para él “los fandangos son eternos”, y tienen algo de aquella frase que le dijo su padre y que le sirvió para sobrevivir. “Me decía que nunca perdiera la esperanza, pero allí era imposible tener esperanza. Yo uní la esperanza con la idea de soñar. Así que soñé con salir de allí”, lo logró y convirtió aquellos sonidos que escuchaba a “los gitanillos” a su lado en la banda sonora de su vida.

Un superviviente en Málaga

Igual que se emociona en el documental, Peter Pérez se emociona en Málaga recordando cómo el flamenco le cambió la vida. Detrás de sus gafas de sol caen un par de lágrimas mientras cuenta que él conoció “el flamenco de un modo un poco especial y un poco duro en un campo de concentración”. “Tenía cinco años y de un día a otro nos separaron a mi padre, a mi madre y a mi. Me quedé solo con otros niños de más o menos mi misma edad. Afortunadamente para mí eran ‘gitanitos’, y ellos cuando estaban aterrorizados cantaban. Cantando se podían mirar. Y eso se me quedó en la entraña, como se dice aquí en Andalucía. Se me quedó esta idea de que el arte es un sistema de comunicación. Ellos hablaban a través de la música. Decían tengo hambre, tengo sed. Para mí el flamenco es vida y nada más”, expone antes de presentar su película en el Festival de Cine.

Un filme con estructura de road movie porque funciona como propia metáfora de la historia de Pepi. “Está el viaje físico que hacemos de Viena a Andalucía, también el viaje hacia el pasado, y de alguna manera hay un viaje psicológico y emocional que está pasando durante todo este proceso de búsqueda de enfrentarse con su propio trauma. Es, además, un viaje por la Europa de hoy, una reflexión sobre el olvido y sobre la banalidad de estos espacios que para alguien significa algo. Nos preguntamos cómo conectamos con nuestra historia, con nuestra memoria”, cuenta la cineasta al lado de su protagonista.

Una película, que además, llega en un momento donde parece que nadie aprende de los errores del pasado. Para Peter Pérez “es triste ver que esto continúa”. “Estaba desde antes de la Segunda Guerra Mundial, pero sigue y sigue. Nosotros ya fuimos ‘indeseables’ en la península ibérica. Tuvimos, junto a los musulmanes, que dejar esta tierra que era nuestra. Mi padre hablaba de nuestra tierra sin saber de dónde venía la familia Pérez. Sus amigos republicanos refugiados en Francia le preguntaban, de dónde vienes tú, y mi padre decía que de Zaragoza. No tenía ningún documento, y probablemente sería Toledo, pero él decía eso·”, recuerda Pérez.

Lucija Stojević tiene claro que está película habla “del presente”. “La hicimos antes de todo lo que estaba pasando, y ahora es más importante, porque habla de lo que pasa cuando nos olvidamos. Volvemos a repetir estos sufrimientos y los mismos patrones. Es importante que alguien como Pepi pueda hablar de lo que significa ser una víctima de odio, y como eso se lleva toda la vida dentro. Hablamos de víctimas mortales en Gaza, en Israel, en Rusia, en Ucrania… pero hay mucha gente que va a sobrevivir y va a tener que vivir con esto. Un trauma durante toda la vida y de esto no se habla”, apunta y Pepi toma la voz para añadir algo: “Esto es un problema para los hijos y los nietos. Tengo dos hijos, y nunca hemos hablado de aquellos tiempos. Hay una distancia que creo que con esta película ha cambiado un poco”. El arte como forma de tender puentes y hasta de sanar un trauma inimaginable."            (javier Zurro, eldiairo.es, 02/03/24)

28/2/24

Los republicanos de Arizona proponen legalizar el asesinato de inmigrantes que pasen por sus ranchos (El País, 28/02/24)

 "Una iniciativa de ley que pretende hacer legal matar inmigrantes si estos traspasan la propiedad privada avanza por el Congreso de Arizona, controlado por el Partido Republicano. La polémica norma modifica una ley vigente, conocida como la doctrina Castle, y justifica el uso de fuerza letal contra cualquiera que invada un terreno, propiedad o casa. La gobernadora demócrata del Estado, Katie Hobbs, ha prometido vetar la ley si esta es aprobada por el Senado estatal.

La House Bill 2843 (HB 2843) quiere expandir los derechos de los terratenientes de Arizona ante el incremento de migrantes procedentes desde México. La doctrina Castle permite el uso de fuerza letal en contra de quien invada una propiedad o tenga la intención criminal de hacerlo. Como está redactada ahora, la ley requiere que el agresor esté también en una estructura “adaptada para la residencia o el alojamiento de una persona”, sin importar si esta está ocupada o no. Es decir, que ingrese a un hogar.

El legislador republicano Justin Heap quiere abrir la interpretación de la doctrina. Su propuesta es modificar un puñado de palabras del texto original para hacerla más permisiva al uso de la fuerza. En cursiva, los cambios propuestos: “Para el propósito de esta sección, las posesiones significan cualquier propiedad o estructura, móvil o inmóvil, permanente o temporal, adaptada para ya sea como residencia o alojamiento, esté o no ocupada”.

“Si un granjero es propietario de un rancho de 4.000 hectáreas, quizá su casa está a dos kilómetros de donde él está, pero si ve alguien en su propiedad, ¿puede acercarse a él y expulsarlo de su propiedad? Propongo una enmienda para poder corregir esto”, aseguró Heap el pasado 14 de febrero a los integrantes del Comité judicial. El representante de Mesa, un suburbio de Phoenix, aseguró el objetivo de su propuesta era corregir un vacío de la norma que ha llevado a un “creciente número de inmigrantes y traficantes de personas que están moviéndose por ranchos y granjas”.

La semana pasada, la Cámara Baja del Congreso local votó una serie de duras medidas para frenar el flujo migratorio que llega al Estado fronterizo. Los legisladores demócratas han considerado que las normas aprobadas por la mayoría republicana se basan en la polémica SB 1070, una polémica norma que criminalizó a los indocumentados en 2010 y que después fue dejada sin efecto después de varios recursos judiciales federales.

“Seguimos hablando de los migrantes que están inundando nuestro país como si fueran trabajadores agrícolas de Guatemala buscando una mejor vida [...] cuando lo que está sucediendo en la frontera sur es una crisis humanitaria”, aseguró Heaps en el Congreso la semana pasada. El congresista aseguró que están llegando a la zona inmigrantes provenientes de Senegal, Bangladesh y China.

La propuesta de Heaps, sin embargo, llega días antes de que los tribunales de Arizona lleven a cabo un juicio que cobrará atención nacional. George Alan Kelly, un ranchero de 73 años, estará en el banquillo el 21 de marzo acusado de homicidio en segundo grado. Kelly disparó en enero de 2023 contra un grupo de migrantes que cruzaba su rancho a las afueras de Nogales. En el incidente murió Gabriel Cuen Buitimea, de 48 años.

Los sectores radicales y de ultraderecha consideran a Kelly un héroe que defendió el territorio estadounidense de una invasión. Los fiscales, sin embargo, argumentan que Kelly fue movido por el racismo. El proceso se iba a llevar a cabo el año pasado, pero una serie de mociones en los tribunales lo fue postergando hasta esta primavera, donde se llevará a cabo en plena campaña electoral donde la inmigración desde México ocupa una de las preocupaciones más altas de los votantes."                (Luis Pablo Beauregard , El País, 28/02/24)

27/2/24

Centenares de falangistas les esperaban, junto con 3.000 asistentes. Colocaron a Jaume, Mateu y Ques de espalda, mirando a la tapia. A Darder, lo tuvieron que sentar en una silla. No se tenía en pie. Cada disparo era coreado por los asistentes, como en el circo

"Cementerio de Palma, 1950. Una mujer de mediana edad deposita un ramo de flores en la tumba de Emili Darder Cànaves. Han pasado 13 años desde que lo mataron, desde que ella y su hija dejaron Mallorca para sobrevivir en el exilio. Pero la añoranza es más fuerte que el miedo y han vuelto. La visita al camposanto es lo primero que hacen después de bajar del barco, explica a Llorenç Capellà en una entrevista publicada en el periódico Baleares el 28 de diciembre de 1986. “Cubrimos su tumba con claveles rojos y yo esparcí unos pétalos secos de una rosa que había guardado del ramo de novia de Emilia. Fue un acto simbólico. ¿Me comprende, verdad?”. Emili Darder no había tenido funeral, pero su mujer, Miquela Rovira Sellarès, y su única hija, Emilia, cerrarían muchas de las puertas que su asesinato dejó entreabiertas. Décadas después, eso sí.

Un valioso legado

Emili Darder es conocido como el alcalde más querido de Palma, aunque el tiempo que pasó al frente del consistorio fue cortísimo, 14 meses. Su biógrafa, Catalina Moner, lamenta que aún hoy en día se le recuerde, básicamente, por el mayor cargo político que tuvo. “Ante todo, Emili fue intelectual y médico. Su compromiso social le llevó a presentarse como regidor. Aseguraba que solo la cultura hace ciudadanos libres y, tanto en su etapa de concejal como en su mandato como alcalde, impulsó proyectos que mejoraron la educación y las condiciones sanitarias de hombres y mujeres”.

También se puede decir que fue de los primeros políticos feministas de España, según Moner. “Se preocupó de incluir medidas higiénicas y laborales específicas para las mujeres, como la cartilla de embarazo y los permisos para que las madres dejaran el trabajo y pudieran amamantar a sus bebés. Creó guarderías para los hijos de estas mujeres y comedores escolares para las familias más vulnerables”. Le bastaron pocos años para cambiar la ciudad, desde abril de 1931 hasta julio de 1936, con un parón entre octubre de 1934 y febrero de 1936, cuando fue suspendido de sus funciones a raíz de la Revolución de Octubre. La capacidad de trabajo y su liderazgo nunca fueron puestos en duda.
La caída

El 19 de julio de 1936 el comandante general de Baleares, Manuel Goded, declaró el estado de guerra y en pocas horas se hizo con el control de Mallorca e Ibiza. Empezaba la persecución a los “desafectos al Glorioso Movimiento Nacional”, en palabras del gobernador civil del archipiélago, Luis García Ruiz. Al día siguiente, Darder era detenido. Yacía en cama después de padecer una angina de pecho y lo trasladaron al Hospital Provincial. Lo encerraron en el castillo de Bellver y allí estuvo hasta que volvió al centro sanitario. Siete meses soledad y vejaciones. En febrero de 1937, lo juzgaron.

En la instrucción se incluyó a tres hombres más: el líder socialista Alexandre Jaume, el alcalde de Inca, Antoni Mateu, y el empresario de Alcúdia, Antoni Maria Ques. No tenían relación entre ellos. La única conclusión que han sacado los historiadores es que se quería dar una lección a la sociedad. Arnau Company, que ha estudiado la causa 978, lo explica así: “No eran cuatro procesados cualquiera, sino cuatro personalidades de la etapa republicana y, para las nuevas autoridades, traidores a su clase social. Por esta razón, demostraron que la mano de hierro de los nuevos dirigentes era inflexible”. Darder, Jaume, Mateu y Ques fueron sometidos a un consejo de guerra con todos los preceptos legales y, a pesar de que el fiscal pidió prisión para dos de ellos, el Tribunal sentenció que se les fusilara a todos. Era el 16 de febrero.

Últimas horas

Darder no sospechaba nada. Tanto él como el resto de encausados habían pedido no declarar durante el juicio y lo siguieron desde una sala adyacente de la Audiencia Provincial. La sentencia les fue comunicada la noche del 23 al 24 de febrero. Ese día, Miquela había podido verle. Era la segunda ocasión que tenía de estar cerca de su marido. Solo en Navidad y en la antesala de su muerte. Durante la estancia en el hospital se habían saludado. Emili se acercaba a la ventana y hacía señas a sus familiares, que estaban en la plaza esperando. Fueron los momentos más dulces de una experiencia perturbadora para el médico mallorquín. Cuando supo que lo fusilaban, escribió a su esposa: “Querídisima Miqueleta: ya ves que me condenan con la pena de muerte, a mí, que he sido siempre el hombre pacífico y más contrario a la revolución que hay”. No se lo podía creer. Miquela, no se lo había dicho. “Emilia y yo lo llenamos de besos. Estuvimos tres horas con él y nos despedimos con absoluta normalidad. No sé de dónde saqué la fuerza para fingir sabiendo que horas después estaría muerto”.

Fueron trasladados al Convent dels Caputxins y allí les atendió un sacerdote. Darder estaba muy débil “y tuvieron que darle la comunión con cucharilla”, explicó su viuda a Llorenç Capellà. Después, lo vio por última vez. El piso de su hermana Dolors se encontraba cerca del convento. “El coche estaba aparcado delante. Lo sacaron casi a rastras y lo empujaron al asiento trasero, donde quedó estirado”.

No presenciaron el asesinato, pero Miquela aseguró que oyó los tiros, uno detrás de otro. A poco más de un kilómetro, a las 7:30h de la mañana del 24 de febrero, se escenificaba la ejecución macabra.

Centenares de falangistas les esperaban. El socialista Ignasi Ferretjans habla de 3.000 asistentes. A ciencia cierta, no se sabe. Colocaron a Jaume, Mateu y Ques de espalda, mirando a la tapia. A Darder, lo tuvieron que sentar en una silla. No se tenía en pie. Cada disparo era coreado por los asistentes, como en el circo. 

La reconciliación

Cuarenta años después, el 24 de febrero de 1977, Emili Darder tuvo su funeral. Lo promovió la familia y en la homilía del sacerdote, Pere Llabrés, se habló de entendimiento. Fue el primer paso hacia el reconocimiento unánime que hoy día hay hacia su figura. Es Hijo Ilustre de Palma, tiene un instituto y un centro de salud a su nombre, una calle y un premio de educación, entre otras cosas. Cerca de su tumba se ha erigido el Mur de la Memòria y cada año, por estas fechas, se celebra un homenaje a las víctimas de la guerra civil y el franquismo. Darder se ha convertido en un símbolo.

Un año más, asociaciones, representantes de partidos políticos y ciudadanos se han reunido en el cementerio de Palma para recordar aquello que la mayoría no quieren que se repita. Nunca se había visto tantas personas en el Mur de la Memòria. Para el nieto de Darder, Ferran Cano, la vuelta a las instituciones de la extrema derecha ha sido el revulsivo: “Los que hoy no están aquí y se niegan a conmemorar el Día en recuerdo de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo son los mismos que asesinaron a mi abuelo hace más de 80 años en esta tapia. Y lo volverían a hacer si pudieran”. Cano se refería a la ausencia de miembros del equipo de gobierno del consistorio en el acto. Es la primera vez que declinan formar parte en su organización. Maria Antònia Oliver, portavoz de la Plataforma per la Memòria Democràtica, lo considera “un agravio para cualquier demócrata”. Catalina Moner opina, también, que es un error: “La historia está llena de episodios que van más allá de las diferencias entre derechas e izquierdas. Hay que conocerla y no ocultarla”.

Polémicas aparte, Emili Darder es, en su tierra, un personaje conocido y querido, el hombre tranquilo que ejerció la medicina con entusiasmo, sin diferenciar el origen o la clase social del paciente al que atendía, el concejal revolucionario que puso en marcha el actual sistema de alcantarillado, el bibliotecario comprometido que no paró de adquirir obras de calidad para los potenciales lectores. Darder, el visionario. Darder, el intelectual. Darder, el pacífico."            (Mireia Balasch , El Salto, 26 feb 2024)

26/2/24

Ilan Pappé, historiador israelí: “El origen de la violencia en Gaza está en la ideología racista de la eliminación del nativo”... El sionismo pertenece a la genealogía del racismo, no a la historia de los movimientos de liberación, que es como se enseña en la mayoría de las universidades estadounidenses... No, pertenece a la historia del racismo, que originalmente no era una ideología, sino que se manifestó como tal en la tierra de Palestina... Las políticas de eliminación forman parte del ADN sionista desde el inicio mismo del movimiento a finales del siglo XIX... Las políticas de eliminación pueden ser el genocidio, la limpieza étnica o el apartheid. Adoptan formas diferentes en lugares diferentes... en 2020, llevó a las Naciones Unidas a considerar que la vida en la Franja de Gaza es insostenible para los seres humanos... así que no se sorprendan cuando la gente se desborde: hay indignación, hay venganza, hay violencia, por supuesto que la hay... Esto mismo ocurrió con las rebeliones de los esclavos, de los indígenas americanos, de los pueblos colonizados desde la India hasta el norte de África... Es muy importante recordar a la gente cómo era Palestina antes de 1948: un lugar donde musulmanes, cristianos y judíos coexistían... nadie cuestiona el derecho de Argelia, Kenia e India a liberarse del colonialismo a pesar de los incidentes que hubo en la lucha por la liberación, de cualquier nivel de violencia que hubiera allí o de cualquiera que fuera el modo en que se produjera el enfrentamiento entre las fuerzas anticolonialistas y las fuerzas colonialistas, nunca cuestionamos el derecho básico a la liberación y la independencia, y tampoco deberíamos hacerlo en el caso de Palestina

 "Les agradezco mucho que nos dediquen su tiempo en este momento tan crucial y doloroso de la historia de Israel y Palestina. Antes del 7 de octubre de 2023, la mayor parte de la sociedad judía israelí observaba con cierto temor y aprensión la situación creada durante las últimas semanas de este mes, y el principal debate en Israel versaba sobre su futuro.

 Las manifestaciones semanales de cientos de miles de israelíes formaban parte de un movimiento de protesta contra el intento del Gobierno de cambiar la legislación constitucional en Israel y de crear un nuevo sistema político mediante el cual los poderes políticos tendrían un control total sobre el sistema judicial y la esfera pública estaría mucho más controlada por grupos judíos mesiánicos y religiosos.

En uno de mis artículos describo esa lucha particular por la identidad de Israel –que era el tema principal hasta el 7 de octubre de 2023– como una lucha entre el Estado de Judea y el Estado de Israel. El Estado de Judea lo establecieron los colonos judíos en Cisjordania y era una combinación de judaísmo mesiánico, fanatismo sionista y racismo que se convirtió en una especie de estructura de poder que se hizo mucho más notoria e importante en los últimos años –especialmente bajo el gobierno de Netanyahu– y que estaba a punto de imponer su forma de vida al resto de Israel más allá de lo que llamamos Judea y, en cierto sentido, más allá de Cisjordania o del espacio judío en Cisjordania.

 En su contra se alzó el Estado de Israel o, si se quiere, la ciudad de Tel Aviv, su mayor exponente. La idea de que Israel es pluralista, democrático, laico –y lo más importante, occidental o europeo– y que está luchando por su vida contra el Estado de Judea parecía ser el foco de atención de lo que podríamos llamar, si no una verdadera guerra civil, al menos una guerra civil fría, sin duda una guerra cultural entre los judíos israelíes, entre ellos mismos.

 Cuando algunas personas preguntamos a los dos bandos de este conflicto interno israelí si, por ejemplo, la ocupación de Cisjordania no debería formar parte del debate sobre el futuro de Israel, se nos respondió que no, que ninguna de las partes debía mencionar la ocupación, que es irrelevante para el futuro de Israel. De hecho, a cualquiera que intentara introducir el tema de la ocupación en las protestas semanales contra la reforma judicial o “revolución judicial”, como les gusta llamarla, se le pidió que se marchara y que no se dejara ver con el grupo más numeroso de manifestantes que ondeaban la bandera israelí. Sin duda, si alguien llevara la bandera palestina a esa manifestación, recibiría una paliza y le echarían, del mismo modo que si alguien mencionara el hecho de que tal vez el futuro de Israel también son las condiciones y la situación de los casi dos millones de ciudadanos palestinos de Israel que en el último año han atravesado un proceso de persecución por parte de bandas criminales que aterrorizan sus vidas. Por todo Israel hay bandas criminales fuertemente armadas –muchas de ellas formadas por antiguos colaboradores de Israel en Cisjordania y la Franja de Gaza que fueron sacados de estos territorios tras el Acuerdo de Oslo y que son totalmente inmunes a cualquier tipo de persecución policial o acción penal efectiva–, lo que supone que, como muchos de ustedes sabrán, los palestinos que viven en el propio Israel, me refiero a ciudadanos israelíes, tienen miedo de salir por la noche debido a la nueva realidad en sus calles y espacios. Tampoco se permitía que este tema formara parte del debate público sobre el futuro de Israel.

 Si se intentaba mencionar Jerusalén Este y la limpieza étnica de los barrios árabes de Jerusalén, los manifestantes y sus líderes declaraban, de nuevo, que no era un tema importante. O como dijo Amira Hass, la valiente periodista de Haaretz, por lo que respecta a los israelíes, hasta el 7 de octubre de 2023, la ocupación no existía, lo que significaba que ya no existía como problema. Está resuelto; hay una enorme presencia de asentamientos judíos en Cisjordania, ya nadie tiene que ocuparse de ello. De hecho, en las últimas cuatro campañas electorales en Israel, y hubo una cada año, nadie mencionó el tema, la cuestión u ocupación palestina, como quieran llamarlo. No se le pidió a los israelíes que votaran sobre este tema porque ya no existía como problema. Si alguien mencionaba la Franja de Gaza y se volvía a hablar del asedio, le respondían: ¿de qué estás hablando? Se trataba de una cuestión que ya no preocupaba a nadie, del mismo modo que la matanza diaria de palestinos en los últimos dos años en Cisjordania. Pero la constante y recurrente invasión de Al-Aqsa no pasa desapercibida, y el hecho de que las débiles autoridades palestinas sean incapaces de proteger a los palestinos de la violencia ejercida por los colonos, el ejército israelí y la policía fronteriza israelí, no significa que no haya grupos dispuestos a defender a los palestinos, no sólo en la Franja de Gaza, sino también en otras partes de la Palestina histórica. Esto se ha comunicado una y otra vez a la opinión pública israelí, a los responsables políticos, a los jefes del ejército y de los servicios secretos israelíes, pero todos sostenían que no había ningún problema. El único problema era la reforma legal, nos gustase o no.

 Y estaba muy claro por qué no se trataban todas estas otras cuestiones. Porque, en esencia, lo que teníamos en Israel era una lucha entre dos formas de apartheid. Por una parte, estaba el apartheid israelí laico, en el que los judíos israelíes sin duda disfrutan de la vida en una democracia plural, al estilo occidental. Por otra parte, tenías la versión contraria del apartheid, la mesiánica, la religiosa, la teocrática. De modo que la lucha era una cuestión interna judía sobre el tipo de vida judía en la esfera pública, sin ninguna referencia a la vida de los palestinos, ya fueran palestinos sometidos a la ocupación en Cisjordania, al asedio en la Franja de Gaza o a un sistema discriminatorio dentro de Israel, por no hablar de los muchos millones de refugiados palestinos: todo esto no estaba allí.

 La mañana del 7 de octubre, todo esto explotó en la cara de los israelíes. Y ahora existe la ilusión óptica de que, debido a la conmoción que sin duda sufrió Israel esa mañana, todas estas grietas del edificio sionista han desaparecido porque el ataque de Hamás fue tan brutal, tan devastador, que todos los debates internos se han olvidado, y todo el mundo está unido en torno al ejército y su plan actual para invadir la Franja de Gaza y comenzar con lo que ya estaba en marcha: las políticas genocidas sobre el terreno. Creo que es una ilusión óptica, que el conflicto interno israelí no va a desaparecer. Volverá. No sé cuándo, pero volverá. Sin embargo, lo más importante es que como activistas, como académicos, cualquiera que de un modo u otro esté relacionado con Palestina y la lucha palestina, independientemente de cómo entendamos y enfoquemos los acontecimientos del 7 de octubre desde un punto de vista humano, estratégico, moral, como quiera que lo hagamos, no caigamos en la trampa de descontextualizar y eliminar la perspectiva histórica de estos acontecimientos –y parece que hay bastante gente buena en este país que está cayendo en ello–. Esto es algo que no va a cambiar en las próximas semanas. La realidad básica sobre el terreno sigue siendo la misma que existía antes del 7 de octubre.

 El pueblo palestino está inmerso en una lucha por la liberación probablemente desde 1929. Es una lucha contra sus colonizadores y, como toda lucha anticolonial, tiene sus altibajos, sus momentos de gloria y sus difíciles momentos de violencia. La descolonización no es un proceso farmacéutico y estéril, es un asunto desordenado. Y cuanto más duren el colonialismo y la opresión, más probable será que el estallido sea violento y desesperado en muchísimos sentidos. Es sumamente importante recordar a la gente la historia de las rebeliones de los esclavos en este país y cómo se acabó con las revueltas de los nativos americanos, las rebeliones de los argelinos contra los colonos en Argelia, la masacre de Orán durante la lucha del ELN (Ejército de Liberación Nacional) por la liberación. En ocasiones se pueden cuestionar algunas de las ideas estratégicas, se puede tener momentos de inquietud, y con razón, sobre la forma en que se están haciendo las cosas; sin embargo, si no se descontextualiza, si no se elimina la perspectiva histórica del propio acontecimiento, nunca se pierde la brújula moral.

 Parece que estemos luchando contra una cobertura típica –tanto por parte de los medios de comunicación como del mundo académico de este país, de Occidente y del hemisferio norte en general–, que tiene esa capacidad de tratar un acontecimiento como si no tuviera historia ni consecuencias. Incluso los relatos sobre el festival que fue atacado el 7 de octubre no mencionan el hecho de que se trataba de un festival sobre el amor y la paz: a kilómetro y medio del gueto de Gaza, la gente estaba celebrando el amor y la paz mientras la población gazatí estaba siendo sometida a uno de los asedios más brutales de la historia de la humanidad, que se prolonga desde hace más de 15 años. Los israelíes deciden cuántas calorías entran en la Franja de Gaza, quién entra y sale, y retienen a dos millones de personas en la mayor cárcel a cielo abierto del planeta.

 Todos estos contextos permiten navegar con moralidad sin perder esa brújula; sin embargo, mucho más importante que el contexto inmediato e incluso el contexto del asedio –y en esto me gustaría centrarme hoy– es el hecho de que uno de nuestros mayores retos como activistas en defensa de Palestina, o estudiosos de Palestina comprometidos, es que no podemos desafiar décadas de propaganda e invención, enfrentarnos a esa narrativa, con frases cortas. Creo que este es nuestro principal problema. Necesitamos espacio y tiempo para explicar la realidad ante la enorme cantidad de canales, fuentes de información e instituciones culturales que han proyectado una imagen y un análisis de Palestina falso, inventado, que se ha construido a lo largo de los años con la ayuda del mundo académico, los medios de comunicación, Hollywood, las series de televisión, etcétera. Todo esto influye en las mentes y las emociones de la gente y crea una historia determinada que no se puede cuestionar con una sola frase. Ni siquiera se puede desafiar únicamente con el sentido de la justicia, sino con un sentido de la justicia basado en un profundo conocimiento de la historia, con un análisis profundo y preciso de la realidad mediante el uso del lenguaje adecuado, porque el que utilizan incluso las fuerzas liberales, llamadas progresistas, es un lenguaje que inmuniza a Israel y no permite que la lucha anticolonial palestina se justifique, se acepte y se legitime. Y, ya saben, en el panteón de la lucha anticolonialista, en el que mucha gente pondría a un montón de héroes –desde Nelson Mandela a Gandhi y a otros importantes líderes del movimiento por la liberación–, no encontrarán a ningún palestino. Siempre serán tratados como terroristas, cuando en esencia es un movimiento anticolonialista. Y para emplear el lenguaje adecuado, conocer la historia del lugar y llevar a cabo un análisis correcto se necesita, como he dicho, espacio; no puedes llegar y decirle a alguien: tú estás equivocado y yo tengo razón. Y es un enorme reto para todos nosotros en un momento como el que se está viviendo estos días en Estados Unidos, por ejemplo, donde parece haber un apoyo incondicional a Israel y una postura hipócrita ante el sufrimiento de los israelíes que no se mostró ante el sufrimiento de los palestinos en ningún momento de la historia de Palestina.

 Las lecciones de Historia, por así decirlo, son el antídoto a la eliminación de la perspectiva histórica de los acontecimientos del 7 de octubre y los que se están desarrollando ante nuestros ojos hoy –y probablemente en las próximas semanas, si no meses–. El contexto histórico tiene dos niveles, dos pilares básicos sobre los que deberían apoyarse el ámbito académico o el de los medios de comunicación y que considero muy importantes para cualquiera que participe en debates públicos a título individual o institucional. Uno es no dejar nunca de insistir en una definición precisa del sionismo, esto es muy importante: no se debería permitir ninguna discusión sobre lo que ocurre hoy en Israel o en Palestina sin hablar del sionismo. Israel y sus partidarios han invertido mucho esfuerzo en equiparar el antisionismo con el antisemitismo para que, si alguna vez mencionas la palabra “sionismo”, estés pisando el peligroso terreno de ser considerado antisemita, y por lo tanto, seas silenciado. Sin embargo, eso no significa que esta no sea la única manera correcta de iniciar el relato, que comienza con una ideología que es racista y muy dura. El sionismo pertenece a la genealogía del racismo, no a la historia de los movimientos de liberación –que es como se enseña en la mayoría de las universidades estadounidenses–, no a la historia de los movimientos nacionales –que es como se enseña en la mayor parte del hemisferio norte o de la que hablan o cubren los medios de comunicación occidentales–. No, pertenece a la historia del racismo, que originalmente no era una ideología, sino que se manifestó como tal en la tierra de Palestina.

 Y este racismo forma parte de la naturaleza colonialista del movimiento sionista, que no es excepcional y con la que ustedes también están familiarizados en este país de europeos que no eran aceptados como tales, que fueron expulsados de Europa y tuvieron que encontrar un lugar diferente. Y encontraron países en los que vivían otras personas y, como dijo el difunto Patrick Wolf, en ese encuentro se activó la lógica de la eliminación del nativo, en el momento en que esos colonos se encontraron con los indígenas. Y eso también es cierto en el caso de Palestina. Las políticas de eliminación forman parte del ADN sionista desde el inicio mismo del movimiento a finales del siglo XIX. Para decirlo con palabras menos académicas, se quería la mayor parte posible de Palestina con el menor número posible de palestinos. Siempre existieron la dimensión demográfica y la geográfica, la de la población y la del espacio: cuanto más espacio tienes, menos quieres a la población indígena que hay en él.

 Las políticas de eliminación pueden ser el genocidio, la limpieza étnica o el apartheid. Adoptan formas diferentes en lugares diferentes o en el mismo lugar según la capacidad, las circunstancias históricas y la situación. Sin embargo, no se puede separar lo que pasa en Gaza de estas políticas israelíes de eliminación del nativo, que tienen su origen en el pensamiento sionista –en los dibujos de los pintores sionistas, en la escritura de los intelectuales sionistas–, y que en 1930 se convirtieron en una estrategia que se implementó por primera vez en 1948, con la limpieza étnica que terminó con la expulsión de la mitad de los palestinos y la destrucción de la mitad de los pueblos de Palestina. Por cierto, muchos pueblos israelíes están construidos sobre las ruinas de aquellos; algunos kibutz que fueron ocupados por Hamás durante unas horas se construyeron sobre las ruinas de esos pueblos palestinos de 1948, y una cantidad considerable de los palestinos que entraron en los kibutz eran una tercera generación de refugiados de estos mismos pueblos destruidos no lejos de Gaza. Esto también forma parte de la historia. No estoy justificando lo que se hizo, sino que trato de ofrecer un contexto histórico, sin el cual no se llega al origen de la violencia y sólo se abordan sus síntomas. Hay que ir al origen de la violencia, que es una determinada ideología racista que, en su esencia, es la idea de la eliminación del nativo y, como digo, no es algo exclusivo del sionismo.

 Hubo otros movimientos coloniales europeos que, sin duda, estaban motivados e inspirados por la idea de la eliminación del nativo. De modo que, si observamos esa historia de un modo superficial, se infiere que lo verdaderamente importante de un movimiento ideológico que está motivado por la idea de poseer la mayor cantidad posible del nuevo territorio con la menor cantidad posible de su gente nativa es el período histórico en el que fue concebido y en el que se promulgaron sus políticas de eliminación. Ahora bien, si esas políticas de eliminación se promulgan en el siglo XIX, como se hizo en Estados Unidos, estamos hablando de un mundo bastante indiferente al colonialismo, al racismo y a otros derechos humanos o derechos civiles colectivos. Sin embargo, si te paras un minuto a pensar, te das cuenta de que esto se hizo después de la Segunda Guerra Mundial, el año que se promulgó la Declaración de los Derechos Humanos que el hemisferio norte estaba tan orgulloso de mostrar al mundo para manifestar que ya teníamos las bases morales que aseguraran que la matanza masiva de personas y el racismo que habíamos visto en tantos lugares serían erradicados, porque existía un consenso moral. Cuando te das cuenta de que, ese mismo año, Sudáfrica promulgó la ley del apartheid e Israel ejerció la limpieza étnica de Palestina, empiezas a comprender el mensaje que, en 1948, recibieron tanto el régimen del apartheid en Sudáfrica como, lo que es más importante, el Estado sionista por parte de la comunidad internacional: sí, anunciamos con orgullo la Declaración de los Derechos Humanos, pero también les decimos que a ustedes no se les aplica. El mensaje del mundo era que la limpieza étnica de Palestina era aceptable principalmente por una razón –esta era la propaganda, yo no creo que fuera la verdadera razón–, que era, como dijo un intelectual estadounidense, tolerar una pequeña injusticia para corregir una injusticia mucho mayor. Concretamente, los palestinos tenían que compensar a los judíos por mil años de antisemitismo europeo y cristiano. El trato estaba muy claro, y por eso Israel fue el primer Estado en reconocer una nueva Alemania. La gente en Europa y en Occidente dudaba mucho si aceptar a Alemania Occidental como miembro de las naciones civilizadas tan pocos años después del régimen nazi. Israel pretendía, y no con razón, representar tanto a los supervivientes como a las víctimas del Holocausto. Como máximos representantes del Holocausto, los israelíes dijeron: reconoceremos una nueva Alemania y, a cambio, queremos la no injerencia de Occidente en lo que estamos haciendo en Palestina. Se habría esperado que Israel fuera, como mínimo, el tercer país que reconociera una nueva Alemania, no el primero. Pero llegar a este acuerdo era muy importante para ellos. También implicó que la nueva Alemania proporcionara a Israel una enorme ayuda financiera que contribuyó a construir el moderno ejército israelí a principios de la década de 1950.

 Ahora bien, como el mensaje que lanzó el mundo fue que, en el caso del Estado de Israel, la limpieza étnica era un método aceptable de estrategia para la seguridad nacional, no es sorprendente que la limpieza étnica continuara. Israel expulsó a 36 pueblos entre 1948 y 1967 dentro de Israel, Israel expulsó a 300.000 palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza durante la guerra de junio de 1967. Desde 1967 hasta hoy, Israel ha expulsado a casi 700.000 palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza. Y mientras hablamos, Israel continúa la limpieza étnica en lugares como Maghazi, Gaza, el sur, las montañas de Hebrón, la zona del Gran Jerusalén y otros lugares de Palestina. La limpieza étnica se ha convertido en el ADN de la política israelí hacia los palestinos, y emplea a cientos de miles de personas para llevarla a cabo, porque no se trata de limpiezas étnicas masivas como en 1948, sino de limpiezas étnicas graduales. A veces es la expulsión de una persona o de una familia, a veces es el cierre de un pueblo o el cerco de la Franja de Gaza, que también es una forma de limpieza étnica, porque si creas el gueto de Gaza, no tienes que incluir a esos dos millones de palestinos dentro del balance demográfico de árabes y judíos, porque estos palestinos no tienen voz ni voto en el futuro de la Palestina histórica.

 Este es el único pilar histórico necesario para responder cuando alguien nos diga que si ondeamos la bandera palestina estamos apoyando el terrorismo o emplee ese vil lenguaje que la gente utiliza ahora contra los palestinos. Si la gente compara lo que ocurrió el 7 de octubre por la mañana con el Holocausto –y con ello tergiversan totalmente el Holocausto, su memoria–, o no lo entienden o no saben lo que hacen. Pero incluso si insisten y tratan de dar lecciones de moralidad, es muy importante situar este acontecimiento concreto en la historia más amplia de la Palestina moderna, y en la historia particular del asedio inhumano de dos millones de personas en Gaza que comenzó en 2007 –probablemente el más largo que jamás haya sufrido un número tan grande de personas en lo que respecta a alimentos, agua, libertad de movimiento y otras necesidades básicas de la vida–, y que, en 2020, llevó a las Naciones Unidas a considerar que la vida en la Franja de Gaza es insostenible para los seres humanos. Hace ya tres años pensaban que ya habíamos cruzado la línea roja en Gaza, así que no se sorprendan cuando la gente se desborde: hay indignación, hay venganza, hay violencia, por supuesto que la hay.

 Esto mismo ocurrió con las rebeliones de los esclavos, de los indígenas americanos, de los pueblos colonizados desde la India hasta el norte de África. La lucha anticolonial, como he dicho antes, no es cosa de cuáqueros y pacifistas. Puede ser muy violenta o muy pacífica, y en gran parte depende de hasta qué punto el colonizador, el limpiador étnico, esté dispuesto a asumir el hecho de que las personas a las que colonizaron u oprimieron no van a desaparecer y no van a abandonar su lucha. Cuanto antes lo entiendan, más probabilidades habrá de que se produzca una transformación mucho más pacífica de una realidad colonialista a una realidad poscolonialista. Si se niegan a entenderlo, les golpeará en la cara una y otra vez, y el 7 de octubre no será el último momento de dicha circunstancia.

 Sin embargo, también hay otro pilar histórico sobre el que me gustaría poner el foco. Es muy importante porque en todo el discurso que acompañó la cobertura de los medios de comunicación y de los políticos de este país, y de Occidente en general, era muy fácil ver cómo se tiende a generalizar sobre los palestinos. Lo hemos oído antes sobre los musulmanes en general después del 11-S, contra cualquier pueblo que se atreviera a desafiar a los imperios durante el período colonialista. No hay nada nuevo en ello, pero es importante recordar a la gente que el sionismo fue un desastre que destruyó una Palestina que habría sido diferente sin el sionismo.

 Es muy importante recordar a la gente cómo era Palestina antes de 1948: un lugar donde musulmanes, cristianos y judíos coexistían, cuando la coexistencia no era una idea imaginaria de vive y deja vivir, sino que era una forma genuina de convivir. No hay que idealizarla, por supuesto que tuvo su tensión y sus momentos de crisis, pero era un mosaico de vida que, en particular en Palestina, permitía a la gente disfrutar también de lo que la tierra ofrecía, algo que hoy no existe, como por ejemplo, abundancia de agua. Únicamente las personas que recuerdan la Palestina anterior a 1948 saben que cada pueblo palestino tenía un arroyo de agua dulce. Esa fábula sionista que acaba de repetir la presidenta de la Comisión Europea al afirmar que el sionismo hizo florecer el desierto, es una tremenda invención. En muchos lugares, el sionismo convirtió un país floreciente en un desierto. Hay que recordarlo, pero sólo se puede hacer si, con la ayuda de historiadores, se reconstruye la Palestina anterior a 1948 en lo que respecta tanto a las relaciones humanas como a la ecología; la conexión que había entre los palestinos y las hierbas, por ejemplo, en la naturaleza que el sionismo destruyó y que formaba parte de la calidad de vida que tenían los palestinos. O, como dijo el difunto Emil Habibi: “Cuando vivía en la calle Abbas de Haifa, antes de 1948, no sabía quién era cristiano o musulmán en mi calle”. Y creo que no es una mera cuestión nostálgica; si se quiere, se trata de una historia alternativa, en el sentido de que existía la posibilidad de una Palestina diferente.

 Y en esa historia hay que incluir también el hecho de que el movimiento nacional anticolonialista palestino, desde el momento en que el sionismo puso un pie en la Palestina histórica, fue fiel a dos principios –y esto está tan bien documentado que no hay que esforzarse mucho para encontrarlo–, que comunicaron a los americanos porque fueron estos los que llevaron estos principios al mundo árabe a través del presidente Woodrow Wilson, especialmente al Mediterráneo oriental en 1919, y después fue Naciones Unidas la que, de algún modo, insistió sobre estos principios. Uno de los principios era el derecho de autodeterminación de los pueblos. Los palestinos dijeron que también merecían el derecho a la autodeterminación, como los iraquíes, los libaneses, los egipcios. El otro principio era la democracia. Si nos apartan del dominio otomano, bajo el que estuvimos 400 años, y quieren que decidamos nuestro futuro posotomano cabe preguntarse cuál será la naturaleza de nuestro régimen, de nuestro Estado, de nuestra existencia política, razonaron. Queremos decidir democráticamente, a través del voto de la mayoría, si queremos formar parte de la Gran Siria, ser una Palestina árabe independiente o formar parte de una república panárabe federada. En cualquier caso, depende de nosotros. Y todas las delegaciones estadounidenses que fueron a Palestina desde 1918 hasta 1948 respondieron a los palestinos que, aunque los principios de democracia y autodeterminación eran apreciados por el mundo occidental y los consideraban los pilares sobre los que construir el nuevo mundo árabe posotomano, no podían aplicarse a Palestina. El Imperio británico había prometido que Palestina se convertiría en un Estado judío, y como los judíos son una minoría tan pequeña, el principio de autodeterminación no podía aplicarse a los palestinos. Y, por supuesto, el principio de elección mayoritaria o democrática estaba descartado para ellos. Esto también es importante en el contexto de nuestro viaje histórico al pasado, para contextualizar el tipo de opresión, el tipo de historia o genealogía del racismo que fue respaldado y apoyado por Occidente en el caso de Palestina.

 Ahora bien, este otro pilar no sólo es importante para recordarnos lo que hizo el sionismo o lo que podría haber sido Palestina. Es la base sobre la que construiremos una Palestina posliberada, poscolonial, son los cimientos. Y hay que pensar en los elementos de este pasado y en cómo se relacionan con una realidad diferente de la que tuvimos, y no hay que dejar que el actual ataque a la Franja de Gaza, las políticas genocidas de Israel, impidan seguir pensando en la liberación de Palestina y en cómo sería la Palestina liberada. Y hay que hablar con los palestinos que no sólo piensan en el movimiento táctico de mañana, sino que visualizan una Palestina liberada. Eso es lo que hice en el libro que escribí con Ramzy Baroud: hablamos con cuarenta intelectuales palestinos y les preguntamos cómo visualizaban una Palestina liberada. Y su visión de la liberación no sólo incluye cómo luchar por ella, sino lo que traerá consigo, que es todo lo que tenían en Palestina antes de 1948: una sociedad que no discrimina por motivos de religión, secta o identidad cultural, una sociedad que respeta la democracia y el principio de vive y deja vivir. Y lo que es más importante, tal vez más que cualquier otra cosa, una sociedad que devuelva Palestina al mundo árabe, al mundo musulmán, que le permita volver, de forma natural, al lugar del que fue extraída por la fuerza.

Ahora bien, formar parte del mundo árabe no es un escenario fácil para mucha gente, y con razón. Pero es imposible ser parte de la solución, o de escenarios más positivos para el mundo árabe, si no se forma parte de los problemas del mundo árabe. No se puede debatir sobre los derechos humanos en Irán o los derechos civiles en Egipto sin incluir los derechos humanos y civiles de los palestinos. Estos debates no tienen sentido porque siempre se llega a la excepcionalidad de los palestinos por esa falta de derechos, y a una posición de inferioridad si, desde fuera, se pretende ayudar al mundo árabe a tratar estas cuestiones de derechos humanos y civiles. Y únicamente cuando la Palestina del futuro forme parte del mundo árabe, será parte de sus problemas, pero también será parte de su solución.

Terminaré diciendo, sólo para insistir en el punto principal que realmente quiero plantear hoy, que siempre hay un espejismo dentro del drama, y no se puede subestimar el drama que estamos viendo. Desgraciadamente, creo que sólo es el principio: Israel va a imponer una catástrofe humana no sólo en la Franja de Gaza, sino lamentablemente también en Cisjordania, porque van a utilizar lo que está ocurriendo como pretexto para cambiar también las políticas en Cisjordania. Por supuesto, lo más urgente es intentar pararlo desde Occidente con todos los medios a nuestro alcance, presionar para que haya una intervención internacional que ponga fin a estas políticas genocidas que, mucho me temo, se extenderán también a Cisjordania. Sin embargo, también tenemos que elaborar estrategias para el futuro, porque las cuestiones básicas seguirán ahí después de que este momento concreto termine de un modo u otro. Y, en mi opinión, este tipo de debate es el que garantiza que no perdamos nuestra brújula moral. No nos disuade el modo en que la gente intenta decirnos, sin duda después de lo que ocurrió el 7 de octubre, que no podemos mantener nuestras antiguas posturas sobre moralidad. Y debemos recordarles que nadie cuestiona el derecho de Argelia, Kenia e India a liberarse del colonialismo a pesar de los incidentes que hubo en la lucha por la liberación, de cualquier nivel de violencia que hubiera allí o de cualquiera que fuera el modo en que se produjera el enfrentamiento entre las fuerzas anticolonialistas y las fuerzas colonialistas, nunca cuestionamos el derecho básico a la liberación y la independencia, y tampoco deberíamos hacerlo en el caso de Palestina: si queremos una Palestina en paz, hay que hablar, ante todo, de una Palestina libre. Gracias.

 El siguiente texto es una transcripción de la charla que ofreció el historiador israelí Ilan Pappé en la Universidad de Berkeley, California, el pasado 19 de octubre de 2023. Pappé es director del Centro Europeo de Estudios Palestinos en la Universidad de Exeter"

 (Ilan Pappé, CTXT, 7/11/2023)